¿Es posible hacer una presentación de un libro sin hablar, precisamente, de dicho libro? Ese era el reto al que se enfrentaba Eloy Moreno el pasado viernes en Madrid. Su última novela, Invisible, es un rompecabezas cuyas piezas no empiezan a encajar hasta pasado el primer tercio. Hasta ese momento, el argumento es un misterio, y para que todos los lectores puedan ir descubriendo sus secretos poco a poco, Eloy se ha puesto el reto de no contar cuál es el tema del libro ni en la sinopsis, ni en las presentaciones, ni en las entrevistas.

Al principio, lo único que sabemos es que el protagonista es invisible. Un superpoder muy práctico, pero que hace que le ignoren en momentos en los que querría ser muy, muy visible. Eloy Moreno también se sintió invisible cuando empezó a publicar: su primera novela, El bolígrafo de gel verde, fue autoeditada y, para venderla, iba a las librerías cargado con paciencia, ilusión y una maleta llena de libros. Allí intentaba que la gente se interesase por su libro, y poco a poco se fue dando a conocer. Unos meses más tarde, la editorial Espasa se interesó por El bolígrafo de gel verde; acabó convirtiéndose en un best seller que volvió muy visible a su autor.

Otro aspecto curioso del libro son los nombres: los pocos que aparecen son nombres raros, como Kiri o Zaro. Muchos personajes de la novela se portan mal con el protagonista, y Eloy Moreno no quería que ningún lector compartiese nombre con un personaje cruel, así que se los inventó a partir de marcas comerciales.

Y así, entre anécdotas, el autor siguió hablando y hablando sin desvelar más de lo imprescindible sobre su novedad. Algo que solo puede permitirse un comunicador nato como él. Oyéndole hablar, no es de extrañar que sus presentaciones se llenen, y era evidente que entre el público tenía muchos lectores fieles.