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Noticias literarias

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Estamos locos.

Así rezaba el lema que podía leerse en los carteles del Teatro Nuevo Apolo el pasado 31 de mayo. Con motivo de la entrega de los premios Edelvives 2018 se reunió a más de mil personas entre colaboradores, editores, autores y otros integrantes del mundo literario. Seguramente ninguno de ellos esperaba lo que ocurriría en el interior del teatro.

La velada comenzó al modo tradicional: Rosa Luengo, directora de creación editorial, ejerció como presentadora y recibió en el escenario al director de la Fundación Edelvives, Juan Pedro Castellano, responsable de la campaña contra el abuso sexual infantil. Se proyectó un vídeo en el que numerosos rostros conocidos apoyaban dicha campaña, bajo el lema #notecallescuentalo.

A continuación, se procedió a la entrega de premios. El XVIII premio Ala Delta recayó en Patxi Zubizarreta por la obra ¡Corre, Kuru, corre!, una fábula moderna con una jirafa como protagonista. En cuanto al XVIII premio Alandar, fue la novela El bloc de las edades, de Manuel J. Rodríguez, la vencedora. Plasma la cruda realidad de las relaciones abusivas y machistas en la adolescencia vista desde el lugar de la mejor amiga de la víctima. En la categoría de álbum ilustrado, los galardonados fueron Bruna Valls, ilustradora, y Javier Sobrino, escritor, con La colección del abuelo, una reinvención del personaje del lobo.

  

Cuando llegó el momento de los discursos de agradecimiento, comenzó la locura. La ceremonia se precipitó y solo se dio un minuto a cada autor. Rápidamente se despidió a los presentes y se encendieron las luces. Parecía que la gala había terminado. Pero aún no habíamos visto nada.

El público asistió divertido a una suerte de espectáculo de las excentricidades presentado por Alex O’Dogherty: mientras los cantantes de ópera interpretaban Nessun dorma o el Toreador hasta un total de siete piezas, un grupo de bailarines los acompañaba. Lo insólito es que bailaban break dance. Para completar la escena, una orquesta y un coro ponían la música en directo.

Entre las actuaciones se intercalaban monólogos de O’Dogherty y la presentación, ahora en profundidad, de las obras premiadas. Los autores contaban con más tiempo para explicar sus historias, el proceso de creación o lo que suponía el premio para ellos. Así, descubrimos que las ilustraciones de Bruna surgen de unas viejas fotografías familiares o que la persona que inspiró a Patxi para crear su obra podría encontrarse en la sala (no llegamos a conocer el desenlace). Incluso se interpretaron canciones inspiradas en las novelas galardonadas, con gran maestría por parte del presentador.

    © Edelvives   

En el acto final, este enloquecía y, en camisa de fuerza, ponía el punto final a una noche de locos. Por supuesto, en un minuto, al ritmo de Chopin y su Vals de un minuto.

El brindis final sirvió como colofón para la ceremonia y como enlace perfecto para el cóctel en el que pudimos dar la enhorabuena a los premiados. Desde aquí queremos extender dicha felicitación a todo el equipo que hizo posible aquella locura.

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