Olvida de dónde vienes. Olvida tu familia, tu casa. Olvídalo todo. Olvida quién eres.

Miran (así es su nuevo nombre) debe exiliarse. Tan solo tiene quince años, pero en su país ha estallado la guerra y ha dejado de ser un lugar seguro. No puede llorar, no debe llorar. Su madre le da la espalda, obligándolo a marchar con el poco dinero que le quedaba a su familia. Una familia que, por otra parte, ya solo está compuesta de ellos dos: a su padre lo asesinaron y sus dos hermanos mayores murieron ahogados intentando huir de un país anónimo.

Ahora Miran solo tiene un objetivo: llegar a París. Viaja por agua, por tierra; en bote o en 4x4. Pero el trayecto es siempre el mismo: hacinado con dieciocho personas más sin apenas beber ni comer, no se puede fiar ni de su propia sombra (ni, muy especialmente, del cabecilla del grupo). Hambre. Sed. Calor. Miedo. Soledad. Miran no puede más, pero no olvida su objetivo. Le prometió a su madre que sería fuerte, que sería un hombre. Se lo prometió, aunque dude siquiera de que siga viva.

Cécile Alix, autora francesa de LIJ con mucho renombre a la que pudimos leer por primera vez en español en El despertar de la momia, se estrena en literatura juvenil con un relato que pone nombre a los miles de niños y jóvenes que dejan atrás las fronteras de sus países en busca de una vida mejor que no saben si llegarán a alcanzar. Una historia cruda, a la par que comprometida, de terrible actualidad.