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MEJOR NOVELA
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Templis
2020

Cada seis meses
Clara Duarte

La Galera
Reseñas de novedades El Templo#77 (agosto 2020)
Por Daniel Renedo
2.823 lecturas

Hana tiene veintiún años; estudia Bellas Artes, aunque en realidad no le interesa nada en la vida; reparte la comida del wok de su familia (aunque la parte asiática de su padre sea coreana), cosa que detesta, y solo carga la batería de su teléfono móvil un par de veces a la semana.

En mayo, ese teléfono que conoce «a un nivel humano» acaba destrozado por defender al desastre de su amigo Álex en una pelea. Sin embargo, como consecuencia de ello, conoce a Ro.

En julio, en la peor calle de Madrid, ambas se quedan encerradas en el cuarto de baño de Alex. Esto cambia por completo las cosas y se convierte en un punto decisivo, como aquella vez que, con cinco años, Hana vio absolutamente todo en los ojos de una langosta muerta del Mercadona.

Y en el último día de agosto, tras un mes de ensueño y de cosas absurdas, llega la hora de estrellarse como los meteoritos: de noche, en un hostal, Hana y Ro se devoran la una a la otra, y diez minutos después, tras Hana cerrar los ojos, ya es septiembre y Ro se ha esfumado de la faz de la tierra. Por eso, «que te recuerden lo es todo», sobre todo si solo existes seis meses al año.

Con cierta reminiscencia de las premisas de novelas como La súbita aparición de Hope de Claire North o Cada día de David Levithan, Cada seis meses regenta ese terreno de novela realista con elementos de ciencia ficción. En este caso, la novela está llena de momentos pequeños, y Clara Duarte combina lo cotidiano, lo «cutre», lo feo, lo transcendental y lo importante (y en esencia bello) de una forma que de primeras parecía impensable. Y, aunque la joven autora sevillana autodenomine sus novelas como «dramones», son muchas las carcajadas que los diálogos de Cada seis meses sacan al lector.

En esta segunda novela, Duarte insiste incesantemente en la necesidad de «seguir viviendo», aferrados a aquellas personas con las que logramos ser un poco menos alienígenas. Porque Cada seis meses es una historia de amor, pero de muchos amores: del romántico, sí (por difícil que sea), pero, a la vez, del de las muchas veces imperfectas familias de sangre y, sobre todo, del de las (también imperfectas) familias encontradas.