Hace ya muchos años de aquel verano. Era mediados de los años ochenta y lo pasaban, como venían haciendo desde hacía tiempo, en Altafulla, un pueblecito catalán situado en la Costa Dorada, en un apartamento al lado de la playa. Sabían que algo había cambiado desde el año pasado: se empezaban a hacer mayores. Ya no les interesaban tanto los juegos, empezaban a valorar otras cosas.

Caminant junts per la lluna se centra en la cotidianidad de un grupo de cuatro amigos en un agosto cualquiera, narrada por uno de ellos cuando ya es adulto. Los largos paseos en bicicleta y los baños en la playa son escenarios habituales, así como los temas que se tratan, como la importancia de la amistad o el primer amor.

Sin duda, el punto fuerte de la novela es ese inicio desgarrador, que sitúa al lector al final del verano, para después recapitular hasta el principio del mismo. Aunque el desarrollo es un poco lento y descriptivo, un final conmovedor le pone el broche a este libro.

Por el contrario, algo molesto en cuanto a la edición es que las notas se encuentran al final, lo que te obliga a ir hacia adelante y hacia atrás constantemente. Además, algunas son innecesarias (por ejemplo, una explicación sobre la película Grease o la canción completa de «Pito pito gorgorito»). También hemos encontrado algún deje sexista, aunque podría estar justificado por la época en que se sitúa.

Caminant junts per la lluna es una novela sencilla y ágil que retrata a la perfección no solo un agosto en la playa de una pandilla de amigos, sino también una época y una generación y, sobre todo, algo con lo que los lectores de todas las edades se sentirán interpelados: el paso de la infancia a la adolescencia.