¿Conoces la leyenda original del rey Arturo? ¿Del secreto de su nacimiento, las guerras en Francia y su místico entierro? Probablemente te suene de las muchas adaptaciones cinematográficas, pero, en este volumen, Nicolas Cauchy se centra no solo en contar los pasajes más importantes de su historia, sino también algunos sucesos muy desconocidos, como el origen de la Tabla Redonda.

Menos populares son las aventuras de Lancelot, el caballero del Lago, y Perceval el Galés, dos de los fieles caballeros de Arturo, así como la historia de amor de Tristan e Iseo, los otros tres relatos que conforman este volumen. Las cuatro narraciones están cargadas de simbolismo, tópicos literarios y elementos muy reconocibles que se han mantenido vivos en la literatura actual.

Las tres primeras historias son leyendas al uso, cargadas de batallas, misterios y personajes extraños. Todas están escritas por Cauchy, que adapta las originales. Es muy interesante ver cómo presentan contradicciones: aunque puede extrañar al lector, es muy habitual en historias transmitidas de forma oral.

La última, escrita por Fontanel, narra una de las historias de amor trágico más bonitas de la literatura, y la autora ha utilizado el verso libre para adaptarla.

La leyenda de Arturo y la de Perceval cuentan con un estilo más aventurero, lleno de batallas y secretos, mientras que las historias de Lancelot y Tristán e Iseo tienen un tono más romántico y se detienen a narrar pasajes sencillos pero cargados de sentimiento. Un detalle interesante es observar el papel que las mujeres tienen en estas historias, todas ellas muy adheridas al tópico del amor cortés, y cómo ha evolucionado hasta los retellings artúricos de nuestro siglo.

Tanto si conoces sus historias como si no, Las grandes leyendas de los caballeros de la Tabla Redonda es una oportunidad perfecta para saborear estas lejanas historias cuyos temas siguen provocándonos reflexiones hoy día. Siruela los ha publicado en una preciosa edición que cuenta, además, con unas exquisitas ilustraciones de Aurélia Fronty que se ensamblan con el texto de tal forma que parece imposible separarlas de él. La precisa traducción de Sara Cano es el broche perfecto para esta joya de antología que cualquier lector querría tener en su estantería.