Para Mila, el mundo está lleno de detalles. Detalles que nadie más que ella percibe y que le cuentan cómo es y qué siente la gente que se cruza en su vida. Se podría decir que, de la misma manera que su padre Gil traduce textos del francés al inglés, Mila traduce e interpreta a las personas y sus emociones.

Cuando su padre descubre que su mejor amigo Matthew ha desaparecido, Mila y él emprenden un viaje para intentar encontrarlo. Recorrerán el norte del estado de Nueva York, conociendo a gente nueva, y se verán inmersos, sin querer, en las consecuencias de una tragedia familiar.

La jovencísima Mila, que tiene solo doce años, es quien nos cuenta esta historia. Sacamos conclusiones y descubrimos la verdad a través de ella y su intuición. Esto ayuda a que te emociones como ella cuando están siguiendo la pista de Matthew. Pero no te confundas y esperes una gran novela policiaca. Imagina que ya no estoy cuenta una historia calmada, sin apenas acción ni sobresaltos, pero con mucha vida interior y una protagonista a la que merece la pena conocer y acompañar en su viaje por Nueva York.

Meg Rosoff crea con Mila un personaje que, a pesar de que la mayor parte del tiempo actúa de forma extremadamente madura, nunca pierde el halo de inocencia e ingenuidad de sus doce años. Sobre todo, es muy interesante ver cómo a lo largo de su aventura, Mila se da cuenta de que crecer o ser adulto no soluciona los problemas ni resuelve ninguna duda como ella creía que pasaría.

Si te apetece leer una buena novela introspectiva, donde lo importante son la protagonista y su forma de ver el mundo y analizarlo, hazte con Imagina que ya no estoy.