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Marmalade Boy
Wataru Yoshizumi

Planeta DeAgostini
La Comicteca de El Templo El Templo#5 (agosto 2008)
Por R. A. Calle Morales
9.421 lecturas

Con motivo de la conclusión, por parte de Planeta DeAgostini, de la edición especial de Marmalade Boy, en la que han recopilado los 8 volúmenes originales en 6 tomos de gran formato, desde el Templo echamos una mirada atrás con nostalgia.

Y es que, no en vano, Marmalade Boy, conocida también como La familia crece por su casi más famosa adaptación a anime, fue uno de los primeros contactos que muchos jóvenes de hoy en día tuvieron con el mundo otaku. Puede que muchos de esos jóvenes hoy día se avergüencen o digan tímidamente que en su momento siguieron el culebrón amoroso que nos ofrece este shojo de Wataru Yoshizumi, o que fueron capaces de tragarse, sin pestañear más de la cuenta, los 76 capítulos de los que consta su versión animada; pero que Marmalade Boy ha sido uno de los mangas más buscados y de los que más se ha pedido su reedición desde que Planeta lo retiró del mercado hace unos años, y que La familia crece fue una de las series televisivas más vistas y seguidas de los 90, es innegable.

Para aquellos que vinieron antes o después de la generación de los “chicos mermelada” intentaremos explicar la casi inexplicable trama de esta serie de mangas. Los padres de Miki Koishikawa y Yuu Matsura, que al parecer se han conocido en un viaje a Hawai, han decidido vivir todos juntos. Pero no contentos con eso deciden hacer un intercambio de parejas. Y por si no fuera lo suficientemente raro todo ya, obligan a sus respectivos hijos a ir a la misma escuela y estar en la misma clase. De locos. Porque... ¿qué pasaría si a alguno de los dos le empezara a gustar el otro? ¿Son hermanos o qué son? ¿Es una relación viable? Pero lo más importante de todo, ¿qué hacer para que nadie en tu colegio se entere de lo rara que es tu situación familiar? A lo largo de las páginas de cada tomo, asistimos a un sinfín de enredos amorosos entre los diferentes personajes del manga con situaciones inverosímiles pero bastante divertidas.

Con un dibujo sencillo pero muy vivo y expresivo, se trata de una obra recomendada para todos aquellos que no teman por sus niveles de azúcar en sangre y para los nostálgicos que, como un servidor, no se olvida que de pequeño no se perdía ni un episodio del anime.

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