En Alciel, la tecnología domina la vida de sus ciudadanos. El archipiélago se mantiene en el aire gracias a motores, cuyos secretos ya nadie recuerda. North es el príncipe de Alciel y tiene una idea para recuperar el saber perdido.

Allí Abajo, en la superficie, Nimh es la divinidad reencarnada de esta generación. Nadie puede tocarla y vive una vida de soledad y dedicación a su pueblo. Cuando en un sueño se le presenta una estrofa perdida de la Canción del Destructor, sabe que su destino es llevar a cabo una profecía milenaria.

Las vidas de Nimh y North se cruzan cuando este último cae a la superficie durante una exhibición con su planeador, el Celestante. Nimh, convencida de que el recién llegado es una parte importante de la profecía, quiere mostrarle la estrofa perdida para que este supere su escepticismo y empiece a creer. Todo esto los llevará a convertirse en aliados en una carrera contrarreloj en busca de las claves de esa profecía.

Amie Kaufman y Meagan Spooner llevan algunos años escribiendo novelas juveniles a cuatro manos a pesar de que exista un océano y un continente entre ellas. El otro lado del cielo es una bilogía a caballo entre la ciencia ficción y la fantasía, donde tecnología y religión se enfrentan.

Con los precedentes que tenemos de ambas autoras, tanto en tándem como en solitario, era de esperar que El otro lado del cielo nos ofreciese una historia trepidante con personajes para recordar. Sin embargo, algo falla en esta entrega. Se aprecia la representación, el cambio de roles en los protagonistas y un mundo bien construido y plagado de detalles. Pero la acción transcurre tan rápidamente (en poco más de cinco días) que apenas hay tiempo para desarrollar a los personajes y sus relaciones, y lo que debería ser una bonita historia de amor, acaba convertida en un insta-love de manual.

Por un lado, tenemos un mundo novedoso con una religión fascinante, de la que nos ofrecen muchos detalles; también la magia que maneja Nimh parece muy original. Pero, por otro lado, lo demás, desde los personajes que parecen a medio cocer, hasta la trama que a pesar de las 450 páginas se siente apresurada, hace que la novela se quede corta y pueda decepcionar.

No obstante, el final en suspenso deja con ganas de más y un posible cambio de paisaje promete, para el segundo libro, el desarrollo que en El otro lado del cielo se quedó a medias.