En el Imperio Cyrilio, los afinitas y sus extrañas habilidades conviven en perfecta armonía con la gente normal. Al menos, eso se dice. La verdad es que esos seres generan tanto temor como odio. Por eso nadie sabe que la princesa Anastacya es uno de ellos; que es ni más ni menos que la Bruja de Sangre de Salskoff, que mató a ocho inocentes hace diez años.

Aquel fue un crimen que cometió sin querer y del que nadie supo que era responsable. Ahora, sin embargo, el Imperio entero la culpa por una atrocidad que no ha cometido: el asesinato de su padre, el Emperador de Cyrilia.

Si quiere limpiar su nombre, Ana debe encontrar al verdadero culpable. Para ello solo cuenta con su ingenio y su afinidad por la sangre, un don que lleva diez años aprendiendo a aborrecer. Sabe que necesita ayuda, así que se alía con Ramson Lenguaraz, uno de los criminales más temidos de los callejones de Cyrilia. Pero, si quiere su colaboración, Ana deberá darle algo a cambio: tendrá que ayudarlo a llevar a cabo su propia venganza.

La nueva vida clandestina de Ana le hará ver que su Imperio no es tan idílico como ella creía desde palacio. Desigualdad, abusos, tráfico de afinitas… Conforme avanza su viaje, el propósito de Ana evoluciona: ya no solo quiere demostrar su inocencia porque sí, sino también para regresar a su trono y cambiar las cosas. Al principio, su idealismo choca con el cinismo de Ramson, que ha aprendido a poner su supervivencia por delante de todo lo demás. Sin embargo, la aventura también le abrirá los ojos a él. Ramson es el personaje que más evoluciona, y el pasado que enmascaran su carisma y su astucia hará las delicias de los fans de los personajes con trasfondo.

Los dilemas morales de los protagonistas son uno de los pilares de esta historia, que se sostiene también sobre grandes dosis de acción (la secuencia inicial, en la que Ana rescata a Ramson de una cárcel de alta seguridad, es un buen botón de muestra) y sobre una atractiva ambientación: con La princesa roja visitarás ambos extremos de Cyrilia, desde los locales clandestinos más sórdidos hasta los salones palaciegos bañados en oro. El mal puede acechar tras cualquier esquina... ¿te atreverás a confiar en alguien, lector?