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Solo quedó nuestra historia
Adam Silvera

Puck
Reseñas de novedades El Templo#65 (agosto 2018)
Por Ricardo Cuesta
4.296 lecturas

La vida es un rompecabezas: unas piezas encajan mejor y otras peor. Cuando Griffin y Theo se enamoraron el uno del otro creyeron haber encontrado una pieza que por fin encajaba perfectamente en su vida. Sin embargo, el rompecabezas comenzó a desmoronarse cuando Theo tuvo que marcharse a California para empezar la universidad. La relación entre los dos acabó por romperse y, mientras Griffin era incapaz de pasar página, Theo se enamoró de Jackson.

Ahora, poco más de un año después, Theo ha muerto accidentalmente. Griffin ya no sabe cómo afrontar tanto sufrimiento. Por más que le duela, sólo hay una persona capaz de entender por lo que está pasando: Jackson.

Adam Silvera vuelve a tocarnos la fibra sensible con otra historia de amor entre dos chicos sin dejar de lado ese toque peculiar que caracteriza sus novelas. En este caso, encontramos capítulos del pasado, antes de la muerte de Theo, y del presente, en los que Griffin se dirige a Theo allá donde esté. Los capítulos se complementan perfectamente para ir dando forma poco a poco a ese rompecabezas al que tantas veces se hace referencia en el libro. Además, Silvera se sirve de esta historia para hacer un recorrido por todo lo que se siente durante el duelo: desde el dolor, la ira, la culpabilidad y las conductas autodestructivas, hasta la calma y la tranquilidad que se encuentra cuando por fin se asume la pérdida de un ser querido.

Solo quedó nuestra historia tiene una carga emotiva enorme, lo que sumado a unos personajes creados con mimo y delicadeza que derrochan realismo, hará que se despierten en el lector todo tipo de sentimientos. Además del duelo, también se toca otro tema interesante: el TOC. Entre otras cosas, Griffin es incapaz de lidiar con lo impar, ya sean números, objetos o cualquier cosa que no sea múltiplo de dos. No hace falta sufrir de este tipo de trastornos para apreciar el compromiso del autor y el cuidado con el que lo trata.

Si hubiera que sacar algún «pero», tendríamos que señalar que, aunque la prosa de Adam Silvera es muy personal, ciertas palabras y expresiones no adaptadas de la traducción latinoamericana desconciertan y entorpecen la lectura.

A pesar de ello, y de su trama dura y realista, Solo quedó nuestra historia tiene un mensaje esperanzador y necesario que esperamos te cautive igual que nos ha cautivado a nosotros.