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Entrevista a...

Sarah Dessen

El Templo #76 (junio 2020)
Por Gabriela Portillo
1.800 lecturas

Tras veinte años dedicándose a la literatura juvenil con un éxito rotundo, cualquiera diría que Sarah Dessen podría retirarse tranquila en el Olimpo de la romántica realista. En nuestra segunda entrevista juntos nos demuestra que sus planes indican todo lo contrario: la reina aún tiene cuerda para rato.

Ha publicado catorce novelas, la mayoría basadas en sus anécdotas de adolescente, y no se le agotan las ideas. De hecho, nos cuenta cómo sigue encontrando inspiración en los desafíos cotidianos: montar en avión, criar una hija... ¡o acordar tres adaptaciones literarias con Netflix!

 

Es un placer reencontrarnos desde nuestra primera entrevista en 2013. En España hemos tenido la suerte de poder leer hasta seis nuevas traducciones de tu obra desde entonces. ¿Qué han supuesto para ti estos siete años?

¡Siete años! Creo que lo principal durante este tiempo ha sido escribir e intentar contar las historias que quería. Además de criar a mi hija: los siete años han pasado en un abrir y cerrar de ojos y, al mismo tiempo, parecen toda una vida. ¡Menudo viaje!

Tu novela más reciente, El fin de la historia, gira en torno a Emma y su miedo a tomar las riendas de su vida. ¿Cómo surgió esta historia?

En marzo de 2018 fui con mi familia a una convención literaria en París. Era la primera vez que hacía un viaje transatlántico desde que era pequeña. Siempre me ha puesto nerviosa viajar y anticipaba que me entraría morriña, pero me sorprendió lo que acabé echando de menos: las pequeñas cosas de mi hogar en Carolina del Norte que daba por sentadas. A veces hace falta irte de casa para darte cuenta de lo mucho que signica para ti, de todo lo que un lugar representa. Quise escribir sobre ello, y surgió la historia de Emma.

En marzo llegó a España Déjate llevar. ¿Qué nos puedes contar de este libro?

Escribí Déjate llevar cuando mi hija aún era un bebé. Siempre me acuesto antes de las diez y media, pero entonces me desvelaba a todas horas. Me sorprendió mucho toda la gente que también estaba despierta, incluso ocupada fuera de casa. Fue como si otro mundo entero existiese y yo no lo hubiese sabido. Empecé a preguntarme sobre las cosas que nos mantienen despiertos y por qué alguien no querría dormir. Además, en el libro hay un montón de bicicletas, tartas y algunos de mis personajes femeninos favoritos de entre los que he escrito. Todas mis novelas tienen un hueco en mi corazón, pero esta fue especial.

Recientemente, hemos sabido que tres de tus novelas van a adaptarse a la pantalla de la mano de Netflix, entre ellas esta novedad. ¡Enhorabuena! (En nuestra entrevista anterior, decías que desde How to Deal nadie se había interesado en adaptar tus libros, pero que no perdías la esperanza). ¿Qué te apetece compartir sobre estos proyectos?

¡He jurado guardar en secreto hasta el más mínimo detalle! Pero puedo decir que la cosa avanza y ya se está trabajando en el guion. ¡Me podría meter en líos hasta por contar eso! Mejor me callo.

Nos fascina tu capacidad para profundizar en temas duros y complejos a la par que mantienes un tono cálido, ligero y esperanzador. ¿Esta visión optimista es intencionada?

Supongo que, más que nada, me gusta creer en que al final las cosas salen adelante. No me imagino escribiendo una historia que termine con una ruptura y desconsuelo. ¿Cómo pasas página? Necesitamos esperanza. Puedes escribir sobre temas difíciles y aun así remarcar que las cosas cambian, la gente evoluciona, ningún sentimiento o situación dura para siempre. Todos lo hacemos lo mejor que podemos. Y es todo lo que podemos hacer. Quiero creer en el bien, ahora más que nunca.

Desde luego, tus finales siempre nos reconfortan. En Te daré las estrellas y mucho más, no obstante, cambias de tercio y nos sorprendes con uno de tus finales más comentados. Sin entrar en detalles, ¿qué destacarías de este cierre?

¡No quiero desvelar mucho! Solo diré que me encanta el «final de cuento de hadas con tu príncipe azul» tanto como a la que más. Pero no todas las historias son iguales. El desenlace más feliz no será igual en cada caso. Y es algo positivo.

Una de tus frases recurrentes es que, cuando acabas un libro, crees que serás incapaz de escribir de nuevo. Especialmente, tras escribir Primero pide perdón. ¿Cómo superas a este impostor?

Para ser sincera, sigo trabajando en ello. Después de cada libro siento que no podré repetirlo. Ahora mismo estoy trabajando en algo, pero es complicado, como de costumbre. Siempre busco alguna forma de hacer la escritura menos agotadora. Creo que lo que necesito en realidad es un parón LARGO, pero eso sí que es aterrador. (Madre mía, esto es como una sesión de terapia. ¡Lo siento!).

Algunos de tus personajes se cuelan en las historias de otros, Colby sirve como escenario para varias aventuras... pero, sin duda, si hay un repetidor en tu historial es la estación estival, que en El fin de la historia vivimos en el entorno idílico del lago. ¿Qué tiene el verano para dar tanto juego?

Siempre me ha encantado el verano. Supongo que me viene de cuando era adolescente; entonces, en los meses entre junio y agosto podían pasar tantas cosas... Se acababa el colegio, la gente se iba de campamento o a veranear, y al llegar otoño habían cambiado de formas que nunca hubieras imaginado. Yo sentía que llevaba todo el año esperando a que pasase algo y, en verano, ocurriría.

Desde la publicación de That Summer, tu «primerizo», en 1996, el panorama tanto de la literatura juvenil como la romántica ha cambiado mucho. La incorporación de una intención más abiertamente feminista, de la reivindicación LGTB+, de los colectivos minoritarios o la diversidad étnica son algunos ejemplos. ¿Te influye este cambio a la hora de enfrentarte a un nuevo manuscrito? ¿Has notado cambios en la esfera interna del mundo literario también?

¡Es un mundo totalmente distinto! Mi primer libro se publicó en 1996, y ni siquiera había aún una sección de juvenil en las librerías, solo «libros para niños», lo que signicaba que los adolescentes tenían que rebuscar entre álbumes y libros de prelectores para encontrar historias atractivas para su edad. Y había muy pocas, si es que encontraban alguna, que trataran sobre jóvenes que perteneciesen al colectivo LGTBQ o a entornos no caucásicos. Encontrarte a ti mismo en las páginas es un reconocimiento sin pa- rangón. Te hace sentir real. Como mujer blanca, considero que aún me queda mucho por aprender sobre representación en mis libros. Trabajo en ello, intentando prestar atención y mostrar el mundo como es en realidad.

Emma, Remy, Annabel, Mclean, Macy, Colie... todas tus protagonistas son jóvenes, mujeres y únicas. Viven situaciones muy diferentes y cada una reacciona de acuerdo a su personalidad, pero si algo tienen en común es que refuerzan la confianza en sí mismas para superar sus dificultades. ¿Qué mensaje les darían tus chicas a las lectoras que, como ellas, crecen sin manual de ins- trucciones?

Pienso que les dirían lo mismo que yo me repito a mí misma cada vez que me da un bajón: no tienes que ser perfecta. La vida es un lío. Hazlo lo mejor que puedas en cada situación, eso es todo. Así que inténtalo. Equivócate. Llora, y ríe, y chilla. Sigue adelante aunque solo sea por toda la belleza y esperanza que existen, incluso si a veces tienes que forzar la vista para verlas. Hazlo. Vivir, vivir de veras, consiste en eso.