Nadie estaba a salvo en el Instituto Bayview cuando Simon Kelleher comenzó a difundir los secretos más embarazosos de todos los estudiantes a través de su aplicación Malas Lenguas. Aunque actuaba a cara descubierta, su interminable colección de secretos lo hacía intocable. Pero su imperio del terror acaba de terminar abruptamente con su trágica muerte en una sala de castigo, y lo que en un principio parecía un accidente enseguida se revela como un asesinato en toda regla.
Junto a él solo hay cuatro testigos que se convertirán en los principales sospechosos del crimen: Bronwyn Rojas, estudiante brillante; Addy Prentis, la chica perfecta con el novio perfecto; Cooper Clay, deportista de alto nivel, y Nate Macauley, traficante de drogas con antecedentes. Cada uno de ellos esconde un secreto que arruinaría sus vidas, y ni siquiera con la muerte de Simon están a salvo. Malas Lenguas no se detiene, y uno a uno los secretos irán saliendo a la luz mientras el asesino se esconde a plena vista. Solo hay una cosa segura: alguien está mintiendo.
Si has leído Alguien está mintiendo, el popular thriller juvenil de Karen M. McManus, todo esto te resultará muy familiar. La adaptación de la novela, estrenada por Peacock en 2021 y distribuida internacionalmente por Netflix en febrero de este año, sigue a pies juntillas la premisa original, aunque se reserva alguna sorpresa cortesía de los guionistas.
Esta primera temporada sirve exactamente lo que promete: intriga de instituto disfrazada de murder mistery con el sello del cocreador de Élite como showrunner. Tan importante como el misterio central son sus tramas románticas y los encuentros entre los protagonistas. En la televisión, el personaje es el rey, por lo que la serie le toma la delantera a la novela concediéndole a cada uno de ellos un espacio privilegiado. Cada episodio presta atención al desarrollo de uno de ellos, incluido el propio Simon, cuya presencia es recurrente a lo largo de toda la temporada a través de flashbacks.
En todo lo demás, sus virtudes y defectos se alinean con los de la novela. Una vez más, estamos ante un thriller que ejecuta su fórmula preciso como un reloj, aunque en ningún momento sepa construir nada nuevo ni particularmente original. Los clichés de instituto norteamericano, que no nos hicieron levantar la ceja en la novela, cansan mucho más en un medio audiovisual saturado de personajes que nunca llegan a percibirse como adolescentes reales, ni en su caracterización ni en su desarrollo dramático. Tampoco ayuda que el apartado visual se quede estancado en los códigos estéticos de un thriller televisivo algo desfasado, que resulta mucho más anodino que el estilo de la novela.
Más allá de las comparaciones, que algunos apartados soportan mejor que otros, lo cierto es que a la serie no le hace falta ser brillante para cumplir con su premisa y solucionarte un fin de semana. Quien disfrutara en su momento de la novela encontrará un placer similar en su homólogo televisivo, que ya ha sido renovado para una segunda temporada. Su cliffhanger final apunta a los sucesos de Alguien es el siguiente, la novela con la que Karen M. McManus dio continuidad a la historia de los Cuatro de Bayview, aunque se intuye que en esta ocasión se mantendrá el reparto original en el papel protagonista. Si el final de la primera temporada dio un giro peculiar al desenlace de la novela, nuestra predicción es que la segunda se desmarcará de ella con mayor libertad, quizá abriendo la posibilidad a continuar la trama más allá del material original.
Alguien está mintiendo es exactamente lo que cabía esperar: una adaptación cercana al espíritu del texto en el que se basa, sin grandes tropiezos pero tampoco grandes sorpresas, que agradará a quien busque más de lo que proponía la novela, pero que no consigue destacar contra sus competidoras en el panorama del streaming.