Clary es una adolescente de quince años que lleva una vida tranquila en Brooklyn. No sabe que es una cazadora de sombras, una especie a medio camino entre los humanos y los ángeles que tiene la misión de mantener a raya a los demonios; tampoco sabe que Jocelyn, su madre, era cazadora de sombras y la ha mantenido oculta durante toda su vida, y desde luego no tiene ni idea de que hay un tal Valentine (cazador de sombras también) que quiere raptar a su madre porque está convencido de que ella tiene la Copa Mortal. Y lo va a descubrir todo de golpe.
Todo empieza la noche en la que, en una discoteca, es testigo de cómo dos chicos de su edad asesinan a otro. Lo más misterioso es que nadie, ni si quiera su amigo Simon, puede verlos. Quizá la cosa no hubiera ido más allá si no fuera porque, al día siguiente, unos hombres entran en su casa y raptan a su madre. Clary vuelve a encontrarse con Jace, uno de los chicos de la discoteca, que le cuenta la verdad sobre su origen.
Jace la lleva al Instituto, le habla de la Clave, de las runas que se tatúan los cazadores de sombras, de Valentine y de la Copa Mortal, y Clary, por suerte para el espectador, lo asimila todo bastante deprisa. Es lo que tiene luchar contra un demonio con forma de lagarto viscoso: que te abre la mente a este tipo de información.
Curiosamente, la película tiene aspectos calcados al libro y otros bastante diferentes. Algunos diálogos memorables de Jace y de Simon se han mantenido palabra por palabra, y también muchos detalles que los fans de la saga apreciarán, como la camiseta de Simon que pone «Made in Brooklyn».
Quizá la diferencia más llamativa tenga que ver con Valentine y la Copa Mortal. Al comienzo del libro, la Clave cree que Valentine está muerto y la Copa destruida. En la película, todos conocen su existencia y están al tanto de sus planes malvados y, sin embargo, no da la impresión de que hayan hecho muchos esfuerzos por detenerlos.
En general, la trama de Valentine y Jocelyn y su particular drama familiar no se entiende muy bien en la película, aunque reconocemos que era imposible explicar todo lo que había que explicar en solo dos horas. Al fin y al cabo, Ciudad de hueso es un libro de quinientas páginas, y no le sobra ni una.
Las inconsistencias en el guion quedan equilibradas con grandes dosis de efectos especiales (¡de los buenos!) y con un buen reparto de actores. Quizá Lily Collins no sea tan pelirroja como la chica de la portada y Jamie Campbell Bower no esté tan fornido como el rubiales de Ciudad de ceniza, pero son guapos, caen bien y hay mucha química entre ellos.
Respecto a los protagonistas, lo único que lamentamos es que Jace no sea tan misterioso ni tenga tanto sentido del humor como en el libro. En la película no veremos el lado borde e ingenioso de Jace, y sus sentimientos hacia Clary son evidentes desde el inicio.
En definitiva, una película difícil de seguir para los que no hayan leído el libro, pero imprescindible para los fans de la saga.