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Dash & Lily
Rachel Cohn, David Levithan

Dirigida por Brad Silberling, Pamela Romanowsky y Fred Savage
Del papel a la pantalla El Templo#79 (diciembre 2020)
Por Javier Moriones
1.433 lecturas

Fue en las navidades de 2010 cuando Dash y Lily se conocieron literariamente por primera vez en la novela escrita por David Levithan y Rachel Cohn. A través de un original juego de retos que toma­ba como hilo conductor un pequeño cua­derno (este daba título a su edición en castellano, Cuaderno para dos), los dos personajes se fueron conociendo en una yincana navideña por la ciudad de Nueva York. Diez años después, Netflix ha deci­dido recuperar la historia y lanzarla entre sus estrenos navideños del 2020.

El principal encanto de la novela era su narración a dos voces —Levithan es­cribía a Dash y Cohn a Lily—, mientras los personajes se conocían y enamora­ban a través de su cuaderno. El lector, que ocupaba ese lugar privilegiado de ente omnisciente que contempla las dos partes de la historia, disfrutaba del en­redo y de la casi coincidencia de Dash y Lily en sus aventuras por la ciudad.

El carácter hosco de Dash, una per­sona antinavideña en la estela del señor Scrooge o el Grinch, se contraponía con el entusiasmo y la tradición de Lily, para quien esta es una fecha sagrada. Dos personajes que, en este ambiente festi­vo, parecían dispuestos a transformarse bajo dos tópicos pretextos: el amor nos cambia, y en Navidad ocurren toda cla­se de milagros.

Netflix ha entendido muy bien el tono desenfadado que caracterizaba a la novela y todas sus virtudes, en las que la plataforma mejor se desenvuel­ve: la comedia romántica adolescente que nutre su catálogo de forma exito­sa regularmente. En ocho capítulos de veinticinco minutos, la adaptación ha logrado contagiar la magia navideña de la novela en un formato que combina la doble visión de Dash y Lily, y el carácter ameno y entretenido de la historia.

Austin Abrams, que ya interpretó a Ben en Ciudades de papel y más recien­temente a Ethan en Euphoria, transmite a Dash con sus aires desgarbados todo el encanto de nerd adolescente, avispa­do e inteligente, que logra, a pesar de su desidia inicial, ganarse al espectador con su carisma. Midori Francis, que solo había tenido algunos pequeños pape­les en cine y televisión, encarna aquí el primer personaje importante de su ca­rrera, y lo hace con bastante éxito: el entusiasmo navideño de la adolescente, la encrucijada vital de estas fiestas par­ticulares y el espíritu de la aventura que inicia toda la trama cobran fuerza en su interpretación de Lily.

Los personajes secundarios tenían un lugar nada desdeñable en Cuaderno para dos, pero ponerles rostro en esta miniserie les otorga el lugar que mere­cen en la narrativa. Boomer, Langston, Sofia, la señora Basil E. o el abuelo de Lily son buenos compañeros de viaje que, lejos de quedar en un segundo plano, enriquecen la historia principal. Si a esto se suman algunos guiños para el espectador —un cameo que no pasa desapercibido— en Dash & Lily es fácil encontrar un consenso entre el públi­co que llega a la serie sin saber que es una adaptación y los lectores que ya la conocían: la producción sabe cuáles son sus fuertes y no desperdicia ninguna de sus oportunidades.

En este 2020 pandémico series como Dash & Lily cumplen una función esen­cial: nos hacen olvidarnos de la crude­za que nos rodea y recuperar el senti­miento de comunión y encuentro que da sentido a la festividad. Quedará por ver si Netflix se anima a adaptar los dos siguientes capítulos en las vidas de Dash y Lily: The Twelve Days of Dash & Lily y Mind the Gap, Dash & Lily —hasta aho­ra inéditos en España— que se adentran en las futuras navidades de la pareja. Todo parece indicar que sí.