La primera parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte ha llegado a los cines pisando fuerte, a pesar de no haber tenido la versión en 3D. Rompiendo el esquema tradicional de las entregas anteriores, al hacer la adaptación en dos partes, se deja margen para poder desarrollar la historia, no acortar escenas, oen su defecto, eliminarlas.
Bajo la dirección de David Yates, que ya dirigió la Orden del Fénix y el Misterio del Príncipe, y con guión de Steven Kloves, la séptima pélicula -parte uno- no deja indiferente a nadie, tanto por su fiel adaptación en algunos acontecimientos como por las escenas inventadas o que recuerdan a otras sagas de éxito. Los guiños a Crepúsculo, de la norteamericana Stephenie Meyer, abundan: la escena de Ron diciendo «crepúsculo mola» cuando hablan de los Cuentos de Beedle el Bardo o la escena en que huyen de los carroñeros por el bosque, en una carrera digna de los vampiros de Forks. ¿O es que estamos tan acostumbrados a ver Crepúsculo por todas partes que ya todo nos recuerda a la saga?
Una escena que ha dado mucho que hablar, y que tiene sus defensores y sus detractores, ha sido la de Harry y Hermione bailando en la tienda de campaña. Si bien a algunos les ha parecido fuera de lugar y un tanto ridícula, para otros ha sido una señal de amistad entre los protagonistas, haciendo ver que en un mundo lleno de tinieblas, aun queda tiempo para la diversión. Otra escena digna de mención es ese final épico de Hedwig, que si bien en la película se sacrifica por salvar a su amo, en el libro pasa sin pena ni gloria. Quizá el guionista consideró que la lechuza merecía un final más digno que el dado por la escritora. La historia se centra, como tiene que ser, en la búsqueda de los horrocruxes, pero se podrían haber desarrollado otras que van a la par y que luego harían que la película se entendiera mejor, como la historia de amor entre Lupin y Tonks: quien haya leído el libro sabe que se han casado, pero viendo la película, solo pueden imaginarlo.
Mucho se especuló sobre donde cortarían esta parte. Todas las miradas se dirigían al abandono de Ron, pero nos hemos encontrado con un desenlace muy distinto y con un claro protagonista: Lord Voldemort. Una escena muy bien ambientada, que deja al público expectante y con ganas de saber que pasará después.
Tras casi dos horas y media de película, la historia no pierde acción en ningún momento, y a más de uno no le hubiera importado ver las casi tres horas siguientes de la segunda parte. Harry Potter va llegando a su fin, pero aún nos queda esperar unos meses hasta el cierre épico de la saga.
Porque todo principio... tiene un final.