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Krabat y el molino del diablo
Otfried Preusler

Dirigida por Marco Kreuzpaintner
Del papel a la pantalla El Templo#14 (febrero 2010)
Por El hombre que leía demasiado
4.431 lecturas

Gran combate el de esta noche, señoras y señores: en una esquina del ring, con 39 años de edad y 198 páginas, tenemos a Krabat y el molino del diablo, clásico de la literatura juvenil escrito por Otfried Preusler; en la otra esquina, con la arrogancia propia de la juventud, encontramos a Krabat, película germana basada en esta novela, realizada en el 2008 (aunque estrenada hace poco en nuestro país) por Marco Kreuzpaintner, una producción de 10 millones de euros de presupuesto.

La primera impresión de este humilde narrador es que ambos contrincantes están muy igualados. De hecho encontramos la misma historia con pequeñas variaciones: no olvidemos que el personaje de Krabat pertenece originalmente a una leyenda eslava del siglo XVIII. Una de esas versiones escritas llegó hasta un joven Otfried que, impresionado vivamente por esta historia, se animaría a escribirla años después. Su novela fue traducida a muchas lenguas y se llevó importantes premios (Libro juvenil alemán del año 1972, Mención honorífica del Premio Hans Christian Andersen, Libro juvenil europeo del año 1973, Libro destacado por la ALA). Su autor fue muy respetuoso con la leyenda original, añadiendo muchos elementos propios de los cuentos tradicionales. Ese mismo cuidado y respeto se nota en esta nueva versión cinematográfica, algo comprensible si tenemos en cuenta que el director y co-guionista de la misma fue un tierno lector de la novela original.

No parpadeen, queridos espectadores, que el combate ya da comienzo. El árbitro ha indicado a los dos contrincantes: “Nada de golpes bajos, nada de mordiscos, ni patadas. ¡Adelante, y que gane el mejor!”

Krabat, la película, comienza con un gancho de izquierda que pilla por sorpresa al viejo Krabat. ¿Eso es sangre? No, falsa alarma. Sólo se le han desencuadernado un poco algunas páginas, pero Krabat, la novela, está bien. El árbitro da el visto bueno, pueden continuar. El joven Krabat, visualmente más atractivo, va directo al grano, golpea con su tremendos efectos especiales (que no tienen nada que envidiar a las grandes producciones norteamericanas) y una excelente atmósfera que confiere un aspecto algo más siniestro y oscuro a la historia original (recordando por momentos a películas como Harry Potter o El señor de los anillos). Cuando Krabat, el contemporáneo, tenía ya al clásico Krabat contra las cuerdas... ha sonado la campana. Final del primer asalto.

Cada uno vuelve a su rincón. Por la sonrisa confiada del joven Krabat, se ve ya vencedor. Pero aún falta otro round. El entrenador le coloca a Krabat un poco de pegamento en el lomo, para evitar que se la caigan más páginas. “¿Puedes seguir?”, le pregunta. Él asiente con la cabeza.

Comienza el segundo y último asalto; los dos contendientes se levantan para retomar el combate cuando...¡un momento! Ha habido un cambio. Krabat, el libro, tiene un nuevo rostro... ¡se ha colocado la cubierta de la película! Eso ha descolocado un poco al joven Krabat. Ese desconcierto es aprovechado por el veterano, que le lanza un directo al plexo solar. Por un momento, el jovenzuelo e imberbe Krabat se queda sin aire. “En realidad tu historia es la mía”, le dice mientras encadena golpes sin parar... “Sin mí, no existirías”, le dice el clásico mientras lo va llevando hacia las cuerdas. “Pero yo soy más ágil”, le replica Krabat, escapando de su atacante con su juego de piernas, “y mi narrativa es más moderna”. Ambos tienen razón.

 Es cierto que en el libro hay ciertos capítulos que se alejan de la trama principal (como aventuras sueltas que vive el personaje principal), y que estas partes han sido eliminadas en la versión cinematográfica, ciñéndose más a la historia central del maestro y sus doce aprendices de magia negra. ¿Cuál es mejor? Depende de gustos. Esas aventurillas (como cuando uno de los alumnos se transforma en una vaca y Krabat tiene que venderla en el mercado) tiene el encanto (un poco absurdo, eso sí) de los cuentos populares. En cambio, a favor de la película, diremos que han ampliado y convertido en subtrama la historia amorosa entre Tonda (interpretado por el excelente Daniel Brühl) y Worschula, algo que sólo se mencionaba de pasada en la novela. Otro acierto de la versión fílmica es descubrir qué diantres es lo que muelen en el molino durante las noches de luna nueva, algo que, por lo menos en la versión traducida al castellano, no es revelado en ningún momento. ¿Habrá habido censura por parte de los editores españoles? Esperamos que no...

La nueva táctica del joven Krabat es moverse sin parar por el cuadrilátero para cansar a su oponente. Pero como clásico que es (no en vano lleva más de tres décadas siendo reeditado continuamente) aguanta bien el tirón y parece que por él no pasan los años. Los dos continúan intercambiando golpes. Ambos están muy igualados. Cualquier cosa puede pasar, queridos espectadores...

La campana vuelve a sonar. Es el final del combate. El árbitro levanta los brazos de ambos contrincantes. La lucha entre el Krabat literario y el Krabat cinematográfico ha acabado en empate técnico. Nos parece justo. Desde aquí, queridos espectadores, queremos daros un último consejo: Si habéis leído la novela, echadle un ojo a la película. Si, por el contrario, sólo habéis visto la película, leed el libro. Ambas versiones son muy recomendables.

Y ya sabéis: si oís a lo lejos los graznidos de los cuervos que os llaman... echad a correr lo más lejos que podáis.