En el año 2003 llegaba a nuestras pantallas una simpática película de la factoría Disney titulada La maldición de los hoyos que, quizá debido a la avalancha de estrenos navideños, pasó totalmente desapercibida y duró muy poco en cartelera. Como era un título menor no recibió una gran promoción, pero aun así se pudo leer durante aquellos días alguna reseña en algún periódico. En concreto, en una de ellas se comentaba que el film estaba basado en una novela de Louis Sachar, de gran éxito en Estados Unidos, que no se había publicado en España. Primer error.
En cuanto a la película, a simple vista parecía una comedia de pandillas más, de chavales en el campamento, como tantas otras, con una trama sencilla, con unos personajes arquetípicos y con un planteamiento clonado de otras muchas historias anteriores. Segundo error.
Porque La maldición de los hoyos es la adaptación cinematográfica de una magnífica novela juvenil, de las mejores en los últimos años. Su título original: Holes. En español: Hoyos, publicado por la editorial SM en la colección Barco de Vapor hace casi una década. Una obra que nunca ha dejado de reeditarse y que para cuando se estrenó la película, casi bajo mano, ya tenía miles de lectores en nuestro país. Lectores que probablemente nunca se enteraron de que este libro se había adaptado al cine.
Pero ¿de qué tratan tanto la novela como la película? Hoyos es la historia de Stanley Yelnats, un chico que arrastra una terrible mala suerte, fruto de una antigua maldición familiar, y que resulta acusado de robar las zapatillas de un jugador de béisbol famoso... un crimen que él nunca cometió. La condena consiste en pasar un tiempo en el campamento Lago Verde, un lugar especialmente pensado para reformar a los chicos malos. Pero en Lago Verde no hay ningún lago (aunque lo hubo en el pasado), y tampoco hay nada verde: se trata de un desierto abrasador repleto de criaturas venenosas, de modo que nadie puede escapar del campamento... porque no hay ningún sitio a donde ir. Por otro lado, la filosofía del lugar es la siguiente: si pones a un chico malo a cavar hoyos todos los días bajo un sol abrasador... se convierte en un chico bueno. Así, día tras día, el pobre Stanley y sus compañeros cavan un hoyo tras otro, bajo la atenta mirada de los guardianes del lugar, entre los que destaca la temible Vigilante. Pero Lago Verde tiene su propia y trágica historia, encarnada en la figura de la legendaria bandolera Kate “Besos” Barlow...
En resumen, Hoyos es una novela muy redonda en la que cada pieza encaja a la perfección, en la que las historias del pasado se entrelazan con las del presente en una maquinaria tan precisa como la de un reloj, en la que el humor, la acción y la emoción están mezclados a partes iguales... y todo eso se refleja muy bien en la película que, con un jovencísimo Shia LaBeouf en el papel de Stanley y una inconmensurable Sigourney Weaver como Vigilante, recrea el escenario de Lago Verde y cuenta sin apenas recortes las tres historias (la del presente y las dos del pasado) que conforman la trama de la novela. Quizá el hecho de que el propio Louis Sachar sea el guionista facilita la conversión al celuloide en este caso en concreto; lo cierto es que, salvo un happy ending demasiado peliculero, por lo general La maldición de los hoyos se ajusta al texto con mucha fidelidad y vale la pena verla. Si bien no duró mucho en cartel, todavía se puede encontrar en los videoclubs, y si no, siempre nos quedará la novela, que recomendamos encarecidamente desde El Templo. En cualquiera de las dos versiones, es una historia en la que vale la pena adentrarse. Después de hacerlo, no volverás a mirar una pala con los mismos ojos.