El ser humano está compuesto por un 50% de microbios. Puedes notar cómo viven, se reproducen y mueren en tu interior. Están listos para causar infecciones. Te comerán por dentro. La herida del dedo está infectada. Tienes que drenarla. Cambiarte la tirita. ¿Lo has hecho bien? No eres real. Nunca vas a librarte de esto… La mente de Aza es una espiral de pensamientos infinitos, y pasa los días encerrada o intentando salir de ella.
Cuando, por unos momentos, lo consigue, trata de ser una buena hija, la mejor amiga de Daisy y, junto a ella, una buena detective. Desde que se anunció en las noticias la desaparición del multimillonario Russell Pickett, Daisy está decidida a resolver el misterio y llevarse la recompensa de cien mil dólares. Y da la casualidad de que Aza hace años conoció a Davis, el hijo del empresario, y ahora no deja de pensar en él, por lo que también tendrá que averiguar si es capaz de dejar sus pensamientos a un lado y enamorarse.
Siete años después de su publicación, Max estrenó el pasado mayo la película que traslada a la pantalla la que será por un tiempo, tal y como John Green ha confirmado en redes, su última novela juvenil. Dirigida por Hannah Marks y con el guion de Isaac Aptaker y Elisabeth Berger, quienes también se encargaron de adaptar Con amor, Simon en 2018, esta adaptación, lejos de despegarse del libro original, en el que el misterio es una excusa para tratar el TOC y cómo afecta a quienes lo padecen día a día, promete reflejar rigurosamente todos los aspectos de la novela mientras supera el obstáculo narrativo más complejo.
Y es que los monólogos internos y pensamientos intrusivos constantes de Aza no son fáciles de adaptar. Sin embargo, los guionistas (que contaron con la colaboración del escritor en todo momento) lo resuelven perfectamente al dejar que Isabela Merced, la actriz que encarna a Aza (y que también protagonizó Noches blancas, una novela coescrita por John Green), dé voz a todo lo que piensa la protagonista. Esto, sumado a las imágenes de muestras de bacterias que se intercalan a un ritmo vertiginoso con las acciones compulsivas, consiguen transmitir el agobio que conlleva esta enfermedad mental.
Si bien este aspecto del largometraje está más que conseguido, la relación de Aza y Davis, comparada con la de la protagonista con los otros personajes, como son su madre y su mejor amiga, queda algo desdibujada. Mientras que en la novela ambos mantienen conversaciones en las que comparten preocupaciones y reflexiones filosóficas, en la pantalla estas interacciones se reducen a un par, aumentando la sensación de que el personaje de Davis solo es un pretexto para demostrar que, al contrario de lo que Aza piensa al principio, las personas que padecen TOC pueden vivir una historia de amor. Además, el vínculo del joven con su hermano pequeño, que tiene bastante peso en la trama final, es prácticamente inexistente, y la presencia de un nuevo argumento en el que Aza visita su universidad soñada hacen que la escasa acción se vea condensada en los últimos 45 minutos de las dos horas que dura la película.
Mil veces hasta siempre, tanto la novela como la película, no es una historia de misterio, ni una historia de amor, sino una historia de aceptación, crecimiento y esperanza que, pese a la falta de desarrollo y poca trama, demuestra que siempre hay alguien dispuesto a estar a tu lado en todas las etapas de tu vida, tanto en las buenas como en las malas.