Cada año, el Festival de Cine independiente de Sundance nos regala joyas como Las vírgenes suicidas (Sofia Coppola, 1999), o Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Daton y Valerie Faris, 2006). En 2015 el galardón recayó en Alfonso Gómez-Rejón y su película Yo, él y Raquel, adaptación de Un final para Rachel, de Jesse Andrews, también guionista del filme. Ambas narran el último año de instituto de Greg, un adolescente con un único amigo por elección propia, Earl, con el que rueda extrañas películas. Por obligación materna se hace amigo de Rachel, una chica de su instituto a la que acaban de diagnosticarle leucemia. La ruptura con los tópicos que suelen rodear al cáncer, el tono jocoso de la novela y la fuerte personalidad de los tres protagonistas son los principales elementos que la hacen destacar.
El cáncer no es un tema fácil de abordar. Desde Bajo la misma estrella (Josh Boone, 2014) a la reciente Mama (Julio Medem, 2015), pasando por Agosto (John Wells, 2013) o Mi vida sin mí (Isabel Coixet, 2003), esta enfermedad ha sido tratada desde casi todos los puntos de vista: el drama romántico o familiar, la superación, la comedia, el melodrama más telefílmico o el carpe diem. Yo, él y Raquel coge un poco de cada una de estas visiones creando un caleidoscopio de sensaciones que logra atraer a un espectador que notará cómo la película llega a su fin antes de que se dé cuenta.
Andrews firma el guion de una película fiel a la obra original en algunos aspectos pero distinta en el tono. La comparativa entre ambas da como resultado una sensación de deslealtad del autor hacia su propia obra y es una decepción comprobar cómo ha traicionado su propia idea aceptando las costumbres del Hollywood más ortodoxo.
Y es que la crítica a la manipulación emocional de la que pecan las películas sobre el cáncer era uno de los puntos fuertes de la novela. En la película, en cambio, se miente al espectador de forma ilógica y descarada. Este engaño (que la voz en off de Greg trata de justificar casi al final de la película y que solo provoca resoplidos en la sala de cine) se acerca al sensacionalismo que pretende criticar. Esto, junto con los cambios en la trama al acercarse el final, hace malinterpretar la obra y convierte a Yo, él y Raquel en otra película más sobre el cáncer. Además, cae en varios tópicos que la cultura popular ya asocia a las películas indies, como la utilización de una música no comercial o una fotografía plagada de planos detalle.
Por otro lado, y aunque el guion es bastante manipulador, la película se sostiene gracias a la hipnótica dirección de Alfonso Gómez-Rejón, conocido por dirigir capítulos de series como Glee o American Horror Story, así como por los tres protagonistas. Con un gran control de las emociones y sabiendo que no es ningún sex-symbol ni tiene que demostrarlo, Thomas Mann (Greg) realiza una interpretación sincera y acertada. Olivia Cooke (Rachel) tiene un maravilloso plano secuencia en el que vemos que tiene un gran futuro como actriz. Por último, R. J. Cyler hace un buen papel en un guion lastrado por un tijeretazo a su personaje, Earl: de pasar de ser el coprotagonista en la novela, funciona como un secundario del que apenas sabemos en la película. Del resto del reparto destaca Molly Shannon, la madre de Rachel, que sorprende con un personaje breve pero muy potente.
En definitiva, Yo, él y Raquel es una buena película lastrada por un guion un tanto caótico y moralista. Pero parece que va a dar mucho que hablar en la próxima temporada de premios. ¿Vas a dejarla pasar?