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27 latidos
Rafael Salmerón

Loqueleo
Reseñas de novedades El Templo#53 (agosto 2016)
Por Javier Moriones
13.197 lecturas

Gusto se ve obligado a ser el cabeza de familia en su hogar y cuidar de su hermana pequeña. Para entretenerse mientras decide qué hacer con su vida, pasa droga. Primer latido. Nico huye de los recuerdos de su hermano, que se metió en las drogas hasta perderse por el camino. También quiere impresionar a Ainhoa y que esta sea su novia. Segundo latido. El quiosquero, Román, es el abuelo de Nico. Él solo quiere que no siga los pasos de su hermano. También es amigo de Gusto, con quien charla de vez en cuando cerca del quiosco y a quien recrimina pasar esa mercancía. Tercer latido.

Yeidy está envuelta en una relación que no quiere. Se ve obligada a pasar por el móvil fotos desnuda para que no la llamen «sudaca». Cuarto latido. Máximo es un profesor que lo ha perdido todo en la vida. Desde que lo acusaron injustamente de un delito sexual ha visto su carrera truncada. Quinto latido.

27 latidos es una novela que se propone hacer un retrato social de la juventud actual. A través de estas cinco voces, que toman como punto en común un instituto y la droga, Rafael Salmerón nos hace un recorrido por las inquietudes y las aspiraciones más secretas de sus personajes.

Con un estilo sobrio, como el de un vecino del barrio que observa todas las escenas en silencio, pero que también siente la historia de cerca, Salmerón ha contado una historia de mucha actualidad. En esta novela son varios los aspectos que se tratan: se habla de racismo, de la pérdida, de la mentira, pero también del consentimiento sexual y de estar perdido en la vida.

El autor ha hecho por situarse en un barrio marginal y reproducir el lenguaje más coloquial de la sociedad, el de la droga e incluso el de los extranjeros. Este es uno de los aspectos de la novela menos acertados, porque resulta en algunas ocasiones forzado y poco creíble, sobre todo al tratar de imitar el coloquialismo de los jóvenes.

La obra es como un retrato, pues el narrador se ocupa de ser el testigo de los hechos y transmitírselos a un lector. No se profundiza en los personajes, sino que la historia sirve como reflejo de muchas de las carencias de nuestro siglo. Es, en definitiva, denuncia de una situación que va mucho más allá de estas páginas.