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Ana de las tejas verdes
Mariah Marsden, Brenna Thummler

Maeva Young
La Comicteca de El Templo El Templo#76 (junio 2020)
Por Gabriela Portillo
1.432 lecturas

En la estación espera Ana (así, con «A»): una niña pelirroja, menuda, pálida y una larga lista de adjetivos que no soporta. Juega con su imaginación desbordante a inventarse otra vida… pero hay algo que no puede cambiar. Y es que los hermanos que la van a acoger pidieron un niño (sí, con «O»).

Ana ha pasado su infancia de una familia a otra y de vuelta al orfanato. Por eso, cuando ve la casita de tejas verdes donde viven Marilla y Matthew Cuthbert, fantasea con que se convertirá en su hogar definitivo. Si la única pega que le ponen es que no es un chico, quedarse allí será pan comido.

No tarda en ganarse sus corazones y asegurarse un lugar en la familia. Matthew adora su desparpajo y sus ocurrencias disparatadas. Agradar a Marilla es más difícil: ella quiere la ayuda de una persona presentable y educada. Bueno, no es que Ana no lo intente. La vida en Avonlea es demasiado estimulante como para contener sus emociones. Por fin ha encontrado a su «amiga del alma», destaca en el colegio, pasea por senderos idílicos… ¡Cómo resistirse a disfrutar de una vida así!

Ana de las tejas verdes, escrito en 1908 por L. M. Montgomery, narraba las travesuras de su protagonista en un ambiente muy interesante. Por una parte, la rigidez de la época promovía la compostura y la disciplina. Por otra, la tranquilidad de la campiña invitaba a la distensión. Y, en medio de todo ello, los ideales románticos empujaban a los jóvenes a vivir con intensidad tanto las penurias como las alegrías. De este cóctel sale Ana, uno de los personajes más emblemáticos de la literatura juvenil.

Antes la habíamos visto en series de televisión, dibujos animados, manga… y ahora Brenna Thummler nos la presenta en novela gráfica con guion de Mariah Marsden. Ambas hacen un trabajo de matrícula: el dibujo transmite toda la magia y felicidad de la obra, con unos escenarios llenos de color y unos personajes con vida propia. La adaptación del texto brilla al bastarse de muy pocas palabras para plasmar la esencia de Gilbert, Diana, Marilla, Matthew… y, cómo no, Ana, cuyo dramatismo siempre consigue sacarnos una sonrisa.

¡Tonterías! Con Ana nosotros nos desternillamos, porque así le gustan las cosas a ella: intensas y auténticas.

¿Qué opinan nuestros lectores?
Agente Z
2020-10-25 13:52:46
Es un gran libro y me encanta la colección.