Prosopagnosia 1. f. Incapacidad para reconocer los rostros de las personas conocidas, por lo general causada por un daño cerebral. 2. f. Cuando todo el mundo es un desconocido.

Libby no ha pisado un aula en cinco años, pero cuando se incorpora al instituto, sus compañeros no tardan en recordar quién es. Al fin y al cabo, resulta difícil olvidar a la Chica Más Gorda de América, esa a la que los bomberos tuvieron que sacar de su propia casa derribando las paredes.

A su lado, Jack lo tiene todo: un grupo de amigos, la novia más popular del instituto… aunque a él sus amigos le parecen unos cretinos y su novia, una estirada cruel. Nadie sabe que solo se aferra a ellos porque son las personas más fácilmente distinguibles del instituto. Nadie sabe que Jack necesita a personas así, porque nadie sabe que es prosopagnósico: padece una enfermedad que le impide reconocer hasta las caras de su familia. Cosa que, por cierto, su familia tampoco sabe.

Jack y Libby son los narradores de esta historia. Aunque ambos pasan por altibajos (lo cual los hace más creíbles como personajes), cada uno tiene una forma distinta de afrontar sus dramas personales. Su manera de ver el mundo (y a sí mismos) es diferente, y eso se refleja en sus respectivos capítulos.

Una vez más, la autora de Violet y Finch nos trae una novela centrada en dos protagonistas y en cómo estos aprenden a vivir con sus problemas. En Aquí empieza todo, la autora retoma el tema de la pérdida (que ya aparecía en su anterior novela) y también habla del estigma social en torno a ciertas enfermedades, tanto físicas como mentales. Jennifer Niven aborda problemas como el bullying, la ansiedad, los complejos o la culpa con un estilo delicado y respetuoso. Aunque quizás haya demasiados elementos dramáticos en las vidas de Jack y Libby, el tono general de la novela es optimista.

Sin olvidar la seriedad de los problemas que aborda, Aquí empieza todo consigue dar un mensaje esperanzador. Una lectura fresca y ágil, pero para nada superficial.