Alfonso Zapico, Premio Nacional de Cómic en 2012, nos trae con La balada del norte un proyecto ambicioso que recrea los hechos en torno a La Comuna de Asturias dando voz a los que la vivieron en ambos bandos.

Por un lado, está el joven Tristán Valdivia, el marquesito, un editor de poetas rusos. Tristán vuelve a su casa en Asturias a finales del 33, aquejado de una enfermedad pulmonar, pero fumando como un carretero pese a todo. Su padre, el marqués de Montecorvo, le recibe con frialdad durante una partida de billar con otros hombres de negocios de la región. Por otro lado, están los mineros. Las precarias condiciones laborales en las minas de carbón, el trabajo infantil, las irregularidades en las contrataciones y las pagas, la jerarquía en la mina y el abuso de poder son el caldo de cultivo donde se va fraguando la huelga. En medio de todo esto están Apolonio, capataz en una de las minas propiedad del marqués, un hombre justo, rudo, digno de confianza, al que todos respetan, y su hija Isolina, que sirve en el palacete donde conoce a Tristán. Entre ambos jóvenes pronto salta la chispa de la atracción.

Zapico se sirve de arquetipos para narrar los diferentes puntos de vista de una forma sencilla pero brillante. Las citas de poetas rusos dotan a la historia de cierta atmósfera melancólica. El dibujo, expresivo y rico en detalles, recrea el interior de las minas, la capital asturiana o el palacete del Marqués, dándole un ambiente auténtico. Todo en blanco y negro: en blanco el exterior, en negro la mina. El gran trabajo de documentación que este cómic ha supuesto para su autor se traduce en páginas y páginas de una historia fenomenalmente contada que te atrapa y te mantiene en vilo, a pesar de conocer el desenlace final. La balada del norte, cuyo tercer y último tomo aún está pendiente de publicación, es una joya imprescindible en cualquier comicteca que se precie.