Bel se encuentra en el hospital donde Isma, su novio, está en coma. No recuerda nada de lo que ha pasado hasta ese momento, ni siquiera sabe que es un fantasma. De algún modo conoce el camino a su casa y poco a poco empieza a recordar. Ve a sus padres, que cuarenta días después de su muerte siguen llorando su pérdida, a su mejor amiga, su habitación intacta con todas sus cosas, y el periódico del día en que murió que le dice que hubo un accidente en el parque de atracciones, aunque ella no consigue acordarse de lo que pasó.
A lo largo de la primera parte del libro acompañamos a Bel en sus investigaciones y su ir y venir por Barcelona. Gracias a que es invisible puede escuchar las conversaciones de los vivos, de modo que tanto ella como el lector van recopilando las piezas del rompecabezas, hasta que Bel vuelve al parque de atracciones y lo recuerda todo. Es entonces cuando Bel deja de contar la historia, y el narrador se vuelve hacia las personas que la rodeaban.
Resulta evidente que Bel no ha podido descansar en paz porque tiene un asunto pendiente, pero ¿cuál es? ¿Debe ayudar a los vivos o tal vez necesita venganza? Su autora, Care Santos, va respondiendo a estos interrogantes sin evitar los asuntos farragosos: ahonda en el dolor de sus padres, en lo injusto que es haber muerto tan joven y en las miserias de la vida de los demás personajes, que viven situaciones duras pero bastante realistas.
Tal vez el mayor defecto sea que la historia se podría haber contado en la mitad de páginas, pero lo cierto es que están muy bien redactadas. Si te gustan las historias oscuras, aprovecha unas vacaciones o un periodo en el que no tengas mucho que estudiar, coge el libro con ganas, y descubre con Bel el misterio de su muerte… todo al ritmo de la canción que viene en el CD que acompaña la trabajada edición de SM.