Víctor y Martín son mejores amigos y han conocido a un par de chicas en un chat de Internet. Los cuatro han sido invitados a una fiesta secreta. Cuando llegan, dos seguratas los esperan en la puerta y los obligan a instalar una aplicación en sus móviles y registrarse con sus nombres. A partir de ese momento, si quieren entrar en la fiesta deben seguir tres reglas:
1. Tienes que acceder solo.
2. Si abandonas la fiesta, no puedes volver a entrar.
3. Diviértete.
En el momento en el que cruzan la entrada, una cuenta atrás aparece en sus móviles indicando que les quedan por delante tres horas de supuesto descontrol y diversión. Sin embargo, todo parece apuntar a que no van a ser tres horas especialmente agradables. La sensación de desconfianza aumenta aún más cuando ambos amigos no son capaces de encontrarse en la fiesta.
La historia está narrada desde ambos puntos de vista: la parte de Víctor, en primera persona; la de Martín, en segunda persona. Es cierto que no estamos muy acostumbrados a narradores en segunda persona; sin embargo, en este caso encaja sin problemas con la historia que cuenta el libro, pues nos mete de lleno en la fiesta. Además, los diferentes narradores reflejan a la perfección la personalidad de cada protagonista. Víctor es un chico extrovertido, confiado y aventurero, con ganas de pasar una de las mejores noches de su vida. En cambio, Martín es más tímido y racional, preocupado desde el primer momento por dar con su amigo.
La ambientación es quizá uno de los mejores aspectos de la novela. Todo está cuidado al detalle para originar una atmósfera de tensión, misterio y secretismo que transmite sin problemas esa sensación paranoica que están viviendo los dos amigos. Un ejemplo de ello son las canciones que suenan durante la fiesta, cuyas letras invitan desde el principio a la sospecha.
Así es Bis, una novela escrita a cuatro manos, que te invitará a una lectura de la que, al contrario que sus protagonistas, no querrás escapar.