Él es Joan Ferrer en Cataluña, un herrero de familia humilde nacido en el siglo XI. En Castilla es Juan Herrero, uno de los integrantes de la compañía liderada por Francisco Pizarro que conquistó las Américas en el siglo XVI. Y a la vez es Joan Ferreiro en un monasterio portugués, Jean Laforge en la Francia de la revolución y banquero en la Italia renacentista. Cuando escribe esta carta es John Smith, condenado a muerte y recluido en una cárcel de Inglaterra, en el siglo XX.

A pesar de sus múltiples ocupaciones a lo largo de los siglos, nuestro remitente no ha destacado en ninguna de ellas. A excepción, quizá, de la primera y definitoria de su persona: herrero. Todo comenzó con la forja de su propia espada, un arma tan extraordinaria que hasta el diablo se interesó por ella. Joan, nombre de nacimiento del protagonista, acepta entregársela a cambio de tres deseos: inmortalidad, oro inagotable y la posibilidad de reservarse el último deseo. Lo que en un principio le pareció un regalo divino, al poco tiempo se convirtió en la peor de las maldiciones. ¿Y si el infierno no es más que vagar infinitamente por la Tierra?

Carta a la reina de Inglaterra, como su propio nombre indica, no es otra cosa que la misiva que Joan dirige a la reina para que lo libre de su cautiverio, el cual evidentemente hace peligrar su secreto: no puede morir y no envejece. En ella narra sus andanzas recorriendo el mundo durante un largo milenio de existencia.

El autor consigue condensar en apenas cien páginas una sucesión de hitos históricos, figuras memorables (como Greta Garbo o Karl Marx) y fenómenos culturales sin eliminar detalles importantes. Además, se presta atención en todo momento a la psicología del protagonista: cómo le afecta su condición de inmortal y la evolución que sufre a lo largo de los siglos.

En esta reedición, el autor incluye dos posdatas repasando la trayectoria de la novela, así como las críticas y discusiones surgidas en torno a ella. Vale la pena leerlas, puesto que clarifican ciertos pasajes y, sobre todo, hacen reflexionar.

No podemos revelar más, pero te aseguramos que, cuando termines la carta, agradecerás esta información adicional.