¿Que te apetece leer?
Cuéntanos qué quieres leer y el Recomendador te dirá qué libros encajan con tus preferencias.

La casa de la Colina Negra
José Antonio Cotrina

Alfaguara
El reportero recomienda El Templo#82 (junio 2021)
Por Pablo G. Freire
1.493 lecturas

La casa de la Colina Negra es un lugar mágico poblado por fantasmas, sombras danzarinas y habitaciones cambiantes. También es un lugar oculto, desconectado de la Telaraña —la red que une todo el mundo mágico— para proteger a sus habitantes: el hada Diana, el mago Eduardo y su hijo prohibido, Víctor, por cuyas venas corre la clave para resucitar la Magia Muerta que podría traer caos y destrucción al mundo mágico. Él no sabe nada de todo esto, pero cuando la seguridad de la casa se vea irremediablemente comprometida, la familia al completo tendrá que asumir la responsabilidad de sus actos. Una horda de los monstruos más insospechados ansía su sangre y no queda otra salida que luchar.

Esta es una historia imperfecta. Desde su publicación en 2006, José Antonio Cotrina se ha ganado por derecho propio un lugar especial en las estanterías de nuestro templo, pero al revisitar ahora su primera novela juvenil nos encontramos con una fantasía muy clásica con ciertos agujeros en la trama, ambientación y construcción de personajes. Esta es también una historia incompleta, cuyo final apunta a posibles nuevas entregas que, quince años después, no parece que vayan a llegar (aunque hemos podido regresar a este Universo Entre Líneas en otras novelas como La canción secreta del mundo).

Y sin embargo esta es, al mismo tiempo, una historia imprescindible. Sus asperezas se hacen invisibles cuando cada vuelta de página es un salto atrás en el tiempo que te convierte de nuevo en un niño, embriagado por ese característico sentido de la maravilla. No hay otra reacción posible ante este constante derroche de imaginación que deja tras de sí un dulce regusto a magia y, si agudizas el oído, ecos de lo que vendrá en futuras novelas.

La obra de Cotrina habrá perfeccionado su estructura y depurado su estilo, pero volver a sus orígenes es constatar que su seña de identidad estaba ahí desde el principio: un inconfundible gusto por la narración y el dominio del arte de contar historias. No se puede pedir más.