Para Fernando soñar es sinónimo de terror. Sus problemas nocturnos comenzaron a atormentarle a los ocho años. Por aquel entonces, su familia, exiliada tras la guerra civil española, vivía en una antigua casa rural de la Bretaña francesa. Aunque él no recuerda haber sufrido ningún evento traumático, incluso después de regresar a España sus pesadillas le devuelven cada noche al pie de las escaleras de su viejo granero, con la certeza de que algo espantoso lo aguarda en la parte de arriba.
Seis años después, Fernando vuelve a Francia para pasar las vacaciones de verano con sus tíos en Redon. Allí encontrará a Sophie, que no solo se convertirá en su amiga, sino que le enseñará la clave para entender el mundo onírico y experimentar autenticos sueños lúcidos. Pero pronto, descubrirá que en sus sueños hay dos intrusos cuya existencia no debería ser posible, atados a él por un terrible suceso del pasado que tendrá que recordar antes de que sea demasiado tarde.
La casa de los sueños olvidados se publicó en 2015, tras ganar el XV Premio Alandar de Narrativa Juvenil. En apenas doscientas páginas, Heinz Delam nos relata una historia realista con ciertos toques de fantasía, que es capaz de de albergar misterio, aprendizaje, amor y, en determinados momentos, un poco de terror.
Fernando, su protagonista, representa a un adolescente común, y a lo largo de la obra se nos muestran sus miedos e inseguridades de manera que cualquiera puede empatizar con él. A través de su perspectiva nos embarcaremos en una aventura que transcurre entre una Francia a mediados de los sesenta y el mundo de los sueños.
Si bien el autor nos da pequeñas pinceladas sobre la ciencia de los sueños y el estudio de la mente conforme avanza la historia, también se atreve a tomarse ciertas licencias por el bien de la trama. El mundo onírico constituye un terreno sin conquistar, una realidad paralela en la que todo es posible, incluso compartir sueños con otros individuos, vivos o muertos.
Gracias a que sus páginas están repletas de escenas de acción y diálogos ágiles, la novela se hace entretenida y rápida de leer. Puede que su final sea ligeramente abrupto y se deje cosas en el tintero o que sus personajes resulten un tanto arquetípicos, pero el libro consigue atraparnos con su ambientación peculiar y la intriga que se sostiene hasta el último momento.