El mundo está plagado de fantasmas; espíritus que, por algún motivo, quedan atrapados en su propio plano, invisibles al ojo humano. Bueno, al ojo de la mayoría de los humanos. Cassidy sí puede verlos, cruzando el Velo hacia esa realidad paralela a la nuestra. No conoce a nadie más capaz de hacerlo; lo único que sabe es que empezó hace un año, cuando estuvo a punto de ahogarse y fue rescatada por Jacob, que desde ese día se convirtió en su amigo inseparable.
Nadie más conoce el secreto de Cassidy, ni siquiera sus padres, «los Inspectros», autores de una célebre saga que se dedica a diseccionar relatos y leyendas paranormales. Son tan famosos que incluso van a rodar su propio programa de televisión, en el que recorrerán las ciudades más encantadas del mundo. La primera parada es Edimburgo, tan plagada de niebla como de fantasmas. A Cassidy, que ya estaba preparada para pasar las vacaciones en la casa de la playa, el cambio no le hace ninguna gracia. Por suerte tiene a Jacob para ayudarla a sobrellevar las desagradables sorpresas que Edimburgo le tiene reservadas. Nadie se opone a que su amigo se una a su viaje, claro.
Es la ventaja de que sea un fantasma.
La ciudad de los fantasmas es una de esas historias en las que la ambientación es un personaje más. Es cierto que la trama principal, que involucra a cierto espectro famoso en Edimburgo, tarda mucho en arrancar; pero, mientras tanto, paseamos por las calles de la ciudad fantasmal de la mano de Cassidy. Que, por cierto, es una gran fan de Harry Potter y no puede evitar echar un ojo a la cafetería donde J. K. Rowling escribió su saga favorita. Por supuesto, Victoria Schwab también se encarga de describirnos con un estilo sencillo pero escalofriante los escenarios más malditos de Edimburgo, como las mazmorras de su castillo o las callejas subterráneas de Mary King’s Close, llenas de almas en pena.
Aunque la novela narra una aventura autoconclusiva, en realidad esta primera entrega es un aperitivo de una historia que promete ser mucho más grande: plantea las preguntas adecuadas y te ofrece un esbozo de un mundo siniestro, que, quizás, no está tan lejos del nuestro. Para verlo, solo tienes que pasar la página… o asomarte al Velo.