Querido templario: Si la suerte del destino ha querido que cayeras en estas palabras, antes de seguir debes saber que la siguiente crítica habla de una historia archiconocida y adaptada a mil formatos diferentes. Primero fue la novela, esgrimida por la pluma de una señora estadounidense llamada Stephenie Meyer, que ni por asomo imaginaba la bomba de relojería que estaba creando; después fue una horda de fans alrededor del mundo, que esperaba cada nuevo libro de la serie como agua de mayo y no dudaba en gritar su entusiasmo, hacerse camisetas o pintarrajearse la cara; poco tiempo después llegaron las películas y el fanatismo creció y sus actores se convirtieron en objetos de deseo. Y ahora, como no podía ser de otra manera y ya estaba todo inventado –incluidos pintalabios, repostería, sábanas y ropa interior de la saga–, le toca el turno al cómic.
La novela gráfica de Crepúsculo, adaptada e ilustrada por la coreana Young Kim, una artista que siente predilección por los trazos suaves y un mundo de metáforas y colores, ha supuesto todo un regalo para los fans de la serie. La historia sigue siendo la misma que la del libro y, de hecho, cuenta con un guión muy fiel al original, aunque las primeras hojas pasan sin pena ni gloria con un ritmo demasiado acelerado; si bien en pocos suspiros la cosa se calma y avanza como debería.
Todo comienza un día cualquiera en la vida de una chica normal y corriente: se llama Bella, es una adolescente hermosa y algo desapasionada y, a pesar de amar el sol, decide mudarse a un pueblo perdido de la mano de Dios y alejado del calor para dejarles intimidad a su madre y su nuevo marido. Así que Bella, muy apática ella, se muda a Forks, hogar de su santo padre, un policía todavía de buen ver –hay que reconocer que Young Kim sabe embellecer a los personajes, sobre todo a aquellos que no salieron demasiado bien parados en el casting de las películas–. En Forks todo es frío, viento, lluvia y aburrimiento, y los compañeros del nuevo instituto tampoco emocionan mucho a nuestra protagonista… hasta que aparecen ellos: tienen unas ojeras que se avistan a kilómetros, parecen disfrutar de una constante broma privada, son felinos y hermosos, y les rodea un halo de algo especial. Y así, Bella se enamorará de Edward, uno de ellos; y él, aunque jamás debería haberlo pensado siquiera, caerá rendido ante la humana. Una humana a la que deseará morder, comer, besar y proteger. Menudos Romeo y Julieta y menudo el destino que les aguarda.
La novela gráfica sorprende por la fidelidad de su guión y unas ilustraciones preciosas que transmiten fuerza y logran que personajes tan habitualmente pusilánimes como Bella parezcan algo más enérgicos; además, las expresiones de los protagonistas no tienen precio y las páginas a color que de vez en cuando adornan el cómic son de lo más acertadas. La pena es que cuando más interesante se pone y cuando por fin ya no podemos despegarnos de las páginas y necesitamos beber de los gestos de unos y otros, el libro se acaba: porque éste no es más que el primer tomo y sólo recoge la mitad del primer libro, Crepúsculo.
Por eso, fans crepusculianos: paciencia, porque el segundo tomo llegará algún día y, con suerte, Young Kim decidirá que ya está bien de Edward, que Jacob Black también se merece un poquito de protagonismo.
Es el que más me gusto de toda la saga. Aunque los demás no son malos. Todos fueron muy entretenidos. Nunca se sabe que van a hacer los personajes.