Darius no tiene más que defectos. Empezando por su nombre. Sus padres lo eligieron por Darío el Grande, aclamado rey de la antigua Persia. Con tales expectativas, era inevitable que acabasen decepcionados con su hijo. Al menos, eso cree él.

Pero es que su padre no deja de demostrárselo: que si su pelo es muy largo, que si es demasiado sensible, que si tiene que vigilar cuánto come… Para el superhombre Stephen Keller, la vulnerabilidad de su primogénito resulta casi insultante. Darius se siente ajeno a él, aun cuando comparten la afición por Star Trek y una condición compleja como es la depresión.

Por si fuera poco, es un extraño en el mundo de su madre, Irán. A diferencia de su hermana, él no habla farsi, así que se siente un intruso ahora que, por primera vez, van a viajar al hogar materno, donde conocerá en persona a sus abuelos, tíos y primos. Pronto decide que no encaja ni allí ni en Estados Unidos; hasta que conoce a Sohrab, un chico de su edad que lo acepta tal y como es.

Darius el grande no está bien es un buen ejemplo del rumbo que ha tomado el género realista. La novela trata temas vigentes como la diversidad cultural, la salud mental y las identidades queer. Su gran mérito reside en la naturalidad y precisión con las que Adib Khorram integra dichas cuestiones en la trama. El viaje a Irán sirve como escenario para los conflictos del protagonista, pero además se exploran su territorio, historia y tradiciones. El acercamiento a la población iraní se hace desde la gente humilde y, así, el lector conecta con las semejanzas y se asombra ante los contrastes.

Precisamente, los personajes destacan como el mayor acierto. Darius parece real, de modo que no resulta chocante que se exploren tantas capas de su mundo interior. Al fin y al cabo, es un adolescente en proceso de búsqueda de sí mismo. Su narración refleja cómo piensa una persona con depresión, los engaños y autosabotajes que le tiende su mente, y las dificultades de comunicación. Los diálogos tienen gran presencia en la obra y demuestran que, muchas veces, los malentendidos no se deben al lenguaje sino a la dificultad para expresar nuestras emociones.

En El Templo no nos avergüenza decir que nos hemos enamorado de Darius. Esperamos verle crecer en su segundo libro, Darius the Great Deserves Better.