La «Guerra Interna», la última guerra civil de los Estados Unidos, ha terminado. En los tratados de paz se ha determinado que la vida, desde su concepción, es inviolable y sagrada; todos los niños concebidos han de nacer. No obstante, todo progenitor tiene ahora la opción de realizar un aborto retroactivo a sus hijos. De los trece a los dieciocho años todo joven puede ser disociado y dejar de existir como entidad: a este proceso, socialmente aceptado y amparado por la constitución, se le denomina «desconexión».
Connor es un joven de dieciséis años cuyo temperamento irascible y su actitud indolente han llevado a sus padres a tomar la drástica medida de firmar la orden de desconexión; Risa es una joven sin padres al cuidado del Estado que, pese a su buena trayectoria y prometedora carrera como pianista, va a ser desconectada por falta de espacio en las Casas de Acogida; Lev, de trece años, es un diezmo, pues es el décimo hijo de una familia muy religiosa y desde pequeño sabe que lo van a sacrificar. Como todo el mundo sabe, a Dios hay que devolverle una décima parte de lo que se nos da.
Estos tres personajes, de orígenes tan diferentes y con perspectivas y sueños tan distintos, parece que acabarán sus días de igual forma: en estado diviso (es decir, con todas las partes de su cuerpo escindidas y a disposición del mejor postor). Una huida, un accidente y un secuestro darán un giro a los acontecimientos haciendo que sus vidas cambien para siempre… no necesariamente para bien.
Neal Shusterman nos presenta esta distopía aterradora en la que el concepto de «vida» ha cambiado totalmente. Crea unos personajes realistas, potentes y coherentes que siempre llevan a cabo acciones que encajan a la perfección con sus personalidades y las situaciones que los envuelven. Desconexión es una historia impactante y descarnada que hace que el lector reflexione mientras lo hacen los propios protagonistas que, a su vez, siempre exponen varios puntos de vista sobre cualquier tema: desde conceptos como la muerte o el alma hasta ideas sobre la política y la sociedad. La introspección de la obra no entorpece, por otra parte, que el relato avance de manera ágil y que atrape al lector desde la primera página llevándole a reír, angustiarse y emocionarse con los personajes.
Aunque Desconexión es una historia autoconclusiva, la obra forma parte de una saga con cuyo comienzo Shusterman nos ofrece un libro redondo que contiene alguna de las escenas más brillantes e impactantes que hemos leído nunca en literatura juvenil.