En un mundo abandonado de la mano de los dioses, la Ciudad es el único asentamiento humano que no ha quedado sumergido bajo las aguas. Sus habitantes llevan una vida apacible al amparo de la Inquisición y los señores de las ballenas, solo trastocada por las ocasionales apariciones del Enemigo: una deidad maligna que cada cierto tiempo escoge a un humano como su Receptáculo y lo habita hasta hacerse lo suficientemente fuerte como para adoptar una forma propia.
Cuando un misterioso muchacho del que nadie ha oído hablar emerge del interior de una ballena, el inquisidor Hargrath proclama el hallazgo del nuevo Receptáculo y lo condena a muerte. Nadie más que Ellie Lancaster, la huérfana de una prodigiosa inventora, se atreverá a defender su inocencia y descubrir la verdadera naturaleza del Enemigo.
Hay algo en el corazón del middle grade que lo hace inmediatamente reconfortante. Quizá sea su poder para conjurar mundos extraordinarios, su capacidad para transportarnos a nuestra infancia o ese inconfundible sabor de la aventura. No podemos ponerle nombre, y probablemente sea mejor así, pero Struan Murray conoce muy bien esa magia. La Ciudad se siente, desde un primer momento, como un lugar familiar pero desconocido, fascinante pero seguro, trepidante y, al mismo tiempo, sorprendentemente oscuro, como solo una novela infantil sabe serlo.
Si apelamos a lo intangible es porque ser una historia imperfecta no le pesa en absoluto. Su mundo con olor a mar es original y sabe sorprendernos con sus giros de guion. Y, aunque en última instancia se atasque en su tramo final y encuentre soluciones demasiado convencionales para un conflicto extraordinario, el viaje merece la pena.
Con Ellie Lancaster y el misterio del Enemigo comienza lo que será, como mínimo, una trilogía cuya segunda entrega llegará a España con las primeras luces de 2022. No sabemos si conseguirá encontrar un dilema con tanta fuerza como el que presenta (y agota) la primera parte, pero tampoco nos falta curiosidad por descubrirlo.