Ginebra ha muerto. El joven Arturo, que acaba de ser proclamado rey de Camelot, se ha visto obligado a desterrar la magia de su reino, y eso incluye a Merlín. Pero sigue en contacto con su maestro y ambos trazan un plan: dado que se desconoce tanto el verdadero rostro de Ginebra, princesa de un reino del sur, como su reciente muerte, la reemplazarán con la pupila de Merlín. Así Arturo estará protegido por alguien de quien nadie sospechará que es una bruja.
La nueva Ginebra no es tan poderosa como Merlín, pero domina el arte de los nudos: los usa para proteger, para averiguar si alguien más está haciendo magia, para viajar en sueños… Pero la magia tiene un precio. Un hechizo sencillo la debilita. Por un hechizo potente, tiene que perder uno de sus recuerdos.
Aunque Ginebra tiene fe en Merlín, sabe que hay muchas cosas que el mago no le ha contado. ¿Qué amenaza a Arturo? Ginebra siente una gran admiración por él, pero ¿es genuina o es un sentimiento creado por Merlín? ¿Qué recuerdos de su infancia ha perdido? Seguro que, si lo intentase, sería capaz de recordar su verdadero nombre… pero mejor no pensar en esas cosas.
En este retelling del mito artúrico también hay espacio para el romance. Ginebra ha crecido en el bosque, alejada de la civilización, y está claro que quiere ponerse al día, porque hay momentos en los que parece que se sienta atraída por medio Camelot. Sus sentimientos cristalizan en el clásico triángulo amoroso, donde se palpa la tensión sexual, pero no se entiende que los personajes hayan llegado a ese punto tan deprisa.
Por suerte la novela gana en los demás aspectos. La ambientación, con su magia tan arraigada en la naturaleza, es muy interesante y adapta con inteligencia la fantasía de Merlín que todos conocemos. Los nudos de Ginebra tienen una lógica y un precio; no es una magia en la que todo vale, y eso siempre se agradece. El Camelot excavado en la montaña, los pueblos que luchan con Arturo, la princesa de un reino lejano… la narración de Kiersten White tiene la virtud de hacernos creer que el mito se ha contado así siempre.
Si disfrutas con las historias de Arturo y sus caballeros, revisa tus nudos de protección; cuando te adentres en las páginas de El engaño de la princesa, no sabrás en quién puedes confiar.