Ellery no aguanta más. No hay marcha atrás, ya está decidido, va a suicidarse. Lo tiene todo preparado: despedida, funeral, arma, día y hora. Pero cuando llega el momento de apretar el gatillo, algo falla. Clic. No está muerta. La vida le ha dado una segunda oportunidad, pero ella se siente igual que si estuviese muerta. Dentro de un mes volverá a intentarlo.

 

Así comienza una eterna cuenta atrás hasta aquel deseado momento. Sin embargo, todo se vuelve mucho más difícil que antes. Es complicado mirar a la gente que no volvería a ver, regresar a la monótona vida de la que quería escapar… y sobre todo continuar ahogándose en la culpa de seguir viva después del accidente donde su hermana pequeña Tate murió. Pero algo trastoca todo: su compañero de instituto Colter descubre su fallido intento de suicidio y el secreto de Ellery ahora pende de un hilo. Temerosa del peligro que esto implica, no podrá evitar acercarse a él para asegurarse de que nada salga a la luz. Lo que no espera es descubrir un extraño vínculo con aquel chico, quien la llevará a plantearse todas las circunstancias que la habrían llevado al suicidio.

 

Erica M. Chapman escribe este libro desde lo más profundo de su corazón con un claro objetivo: tratar de comprender qué llevó a su padre a quitarse la vida cuando ella no era más que una adolescente. Este propósito marca la historia de principio a fin al plantear un núcleo argumental basado en las dudas, razones e incidentes que provocan el intento de suicidio de Ellery. A su alrededor desfilan distintas tramas, a veces esbozadas con demasiada simpleza, protagonizadas por personajes tipo ya vistos en otras novelas juveniles con anterioridad. Este defecto destaca aún más la profundidad de personajes como Ellery o Colter, las dos voces principales del libro. Junto a ellos vivimos la tensión que traen consigo las pesadillas del pasado, el deseo de aferrarse a una vida ya rota o la desesperación de perder a las personas que más amamos sin poder evitarlo.

 

Quizás lo más característico del libro es la ausencia de un falso positivismo redentor, aspecto que lo hace más verosímil pues nos introduce en la mente de alguien totalmente angustiado. Enséñame a olvidar es un libro que expresa la necesidad de escapar de los errores pasados. pero sobre todo la crudeza de la muerte de los más jóvenes antes, durante y después de ella.