Laura es superfan de El diamante de la temporada, el sexto libro de la saga Temporada de Magia. Pero algo extraño ocurre cuando lo está leyendo por decimoséptima vez, porque, de pronto, está metida en la historia del libro. Ahora es Lavinia, la mejor amiga de la protagonista, y tiene que acompañarla a los bailes y ser su confidente. ¿Qué harías si te vieses en esa situación? Lavinia lo tiene claro: lo primero, aprovechar que está en una novela de fantasía y montar en dragón. Lo segundo, conocer a George Keating, su crush literario y la razón por la que está viciada a ese libro.
El problema es que la historia tiene sus normas y, cada vez que Laura se las salta, acaba regresando al principio. No le queda más remedio que cumplir su papel y velar porque los acontecimientos se desarrollen como en la novela que tan bien conoce. Aunque eso suponga dejar pasar la oportunidad de tener algo con George y soportar a Samuel, su mejor amigo, que es bastante más borde de lo que recordaba.
Al menos, ese es el papel que debería tener Laura, pero hay algo que no encaja: alguien está intentando asesinar a Catherine, la protagonista. Y eso no pasaba en el libro.
En Entre dos finales, Raquel Arbeteta hace las delicias de los fans de las novelas de época y de fantasía con una doble trama. Por un lado, tenemos la historia original de El diamante de la temporada, que irás descubriendo poco a poco y que te encantará si eres fan de Jane Austen o de Los Bridgerton. Por otro, está la trama de Laura, su romance y el misterio de quién intenta asesinar a Catherine, que son el verdadero motor de la novela.
La autora plantea la historia con la habilidad de alguien que conoce muy bien a sus lectores. Nos da lo que queremos: escenas de «tacitas», toques de fantasía y una historia de amor que se cuece a fuego lento. Recurre a algunos tropos (el famoso enemies to lovers, los malentendidos que llevan a discusiones absurdas…), pero que, para qué negarlo, funcionan y nos gustan. También aprovecha a su protagonista del siglo XXI para tratar algunos temas en los que una escritora del siglo XIX no habría entrado, y que, sin desentonar ni resultar anacrónicos, introducen algún elemento inesperado.
Laura se considera una persona nostálgica, a la que le cuesta despedirse de los personajes de los libros. A nosotros también nos ha costado despedirnos de Entre dos finales, una novela que deja buen sabor de boca y anima a la relectura.