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Espérame en la última página
Sofía Rhei

Plaza & Janés
¿Solo para adultos? El Templo#59 (agosto 2017)
Por Sebastián G. Mouret
3.463 lecturas

Silvia está radiante de felicidad porque al fin Alain se mudará con ella después de tantos años de romance en secreto. Atento, cariñoso, atractivo… ¡y francés! Sin duda Alain es lo mejor que Silvia tiene en su vida. No obstante, su mejor amiga, Isabel, discrepa. Está convencida de que él jamás podrá hacerla feliz, pues se trata de un amor prohibido: Alain está casado. Isabel comienza a estar harta de soportar cómo el parisino de poca monta defrauda el amor de su amiga, insuflándole esperanzas para luego decepcionarla.

Pero Silvia hace oídos sordos de sus consejos. Todo cambiaría, porque Alain se mudaría con ella. Se lo había prometido. Dejaría a su mujer al fin. Y sin embargo, una vez más, vuelve a traicionar su confianza. El muy cobarde no tiene agallas para dejar a su mujer.

Cansada de que Alain la trate como a una simple amante, de querer a escondidas y ni siquiera poder pasear de la mano de su novio, Silvia decide pasar página. Aconsejada por Isabel, asistirá a una curiosa terapia basada en los libros. ¿Podemos curarnos leyendo a Oscar Wilde, Gustave Flaubert o incluso Terry Pratchett? ¿Tiene la literatura la capacidad de curar un corazón roto?

En esta novela, Sofía Rhei nos muestra la cara más amarga del amor. La dependiente, la solitaria, la tóxica... A través de una protagonista que, si bien detesta querer incondicionalmente, tampoco puede evitarlo, nos transmite la impotencia del amor, incluso cuando es correspondido. La tortura de querer más de lo que somos queridos.

Resulta muy interesante la manera en la que Silvia, refugiada en los libros, trata de encontrar una salida a la espiral de sentimientos contradictorios que se ha vuelto su vida. A su vez, la inestimable ayuda de su amiga Isabel se traduce en el lector como un arquetipo entrañable de hada madrina, que la guía en su búsqueda de sí misma. Se podría decir que Isabel es la voz del lector, desesperado porque Silvia abra los ojos. Pero ¿cómo resistirse a la mirada de arrepentimiento de Alain cuando este vuelva prometiendo que cambiará?

Si creías que el amor apasionado era solo cosa de adolescentes, que los corazones solo se rompen en la juventud y que los años encajan mejor las rupturas, estabas muy equivocado. Silvia, a sus cuarenta años, todavía sigue intentando aprender a amar.