La familia de Daniel no está pasando por su mejor momento. Tras la guerra, su padre está en la cárcel, y su madre tiene dificultades económicas. Por todo ello, deciden alquilar una habitación de la casa a un desconocido: el señor Víctor.

Pese a los temores iniciales de Daniel, el señor Víctor resulta ser un anciano simpático y amigable, pero también muy misterioso, y será esto lo que haga que la curiosidad del niño aflore, convirtiéndose el inquilino en su único pensamiento.

Sin embargo, el anciano no será un enigma fácil de resolver, por lo que Daniel tendrá que contar con toda su imaginación e incluso con la de sus amigos para conseguirlo, todo ello sin despertar las sospechas de su madre, que de ningún modo quiere que su pequeño moleste al hombre.

¿Conseguirá finalmente descubrir quién se oculta bajo esa fachada de hombre corriente, o tendrá que conformarse con sus especulaciones y las crípticas palabras que de vez en cuando su huésped le dedica?

El extraño es una novela muy rápida de leer, amena y que te sorprende gratamente, pero que también te hace reflexionar. La narración, desde el punto de vista del chico, tiene un toque dulce e inocente, propio de la infancia, sin por eso caer en la inmadurez.

Los personajes, bien definidos y algo típicos, llaman la atención por su sencillez, pues el lector es capaz de conocerlos fácilmente sin necesitar demasiadas descripciones. Además, no se profundiza mucho en los secundarios, que son tan solo complementos para la relación entre el protagonista y su misterioso inquilino.

Las descripciones de los lugares no son demasiado abundantes, lo que contribuye a que la novela mantenga su ritmo ágil. De este modo, el libro, en el que no hay demasiada acción, consigue atraparte entre sus páginas.

Sin embargo, lo más interesante de esta novela son, sin duda, las reflexiones de Sierra i Fabra sobre la libertad y los ideales, incitándote a pensar que lo único que puede impedirte ser libre eres tú mismo.