En 1988, Andreu Martín y su cómplice, Jaume Ribera, se aliaron para iniciar una serie de novelas detectivescas protagonizadas por un héroe difícil de superar: Juan Anguera, alias Johnny Flanagan.
Flanagan es un chaval que se dedica a tiempo parcial a actuar como detective. Pero aunque puede que algunas de sus ocupaciones sean nimiedades (encontrar admiradores secretos o detener a los niños gamberros del barrio), siempre acaba inmerso en investigaciones que harían temblar al policía más valiente. Todo esto, por supuesto, con grandes dosis de realidad que incluyen una familia implicada (es uno de los escasos héroes de la literatura juvenil que puede presumir de no ser huérfano), el instituto, las chicas y los amigos.
Doce novelas, veintiséis años de Flanagan
Lo conocimos por primera vez en No pidas sardinas fuera de temporada, novela que hizo a los autores ganadores del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. En ella conocemos al detective y a muchos de los que serán sus acompañantes durante el resto de novelas. Además, deja patente la que será la seña de identidad de la serie: lo que inicialmente parece una investigación sin complicaciones (en esta ocasión, espiar al hermano de una compañera de clase), pronto alcanza un gran nivel de complejidad y peligro.
Las novelas de Flanagan nos han atrapado desde el principio porque tratan, sin tapujos, temas como el asesinato, la pederastia, el chantaje, las drogas, los secuestros, los robos y la inmigración. Temáticas que sustentan tramas cargadas de misterio, incógnitas y tensión. Hablamos de ese tipo de argumentos en los que el lector puede sentirse implicado desde la primera página, captando pistas y recabando información con Flanagan.
Por supuesto, los grandes giros de la trama no siempre nos permitirán adivinar el final, pero el toque especial de esa serie se encuentra en ese reto: ser el compañero de faenas de Flanagan.
¿Quién dijo que los hombres no podían ser multitarea?
Con un ritmo ágil y la longitud perfecta, cualquier lector estará entusiasmado con la idea de enfundarse un sombrero y dibujarse un bigote a lo Poirot. Y es que estas, las de Flanagan, son novelas que reúnen todos los ingredientes de la buena literatura juvenil: acción, aventuras, misterios, giros y, por supuesto, amor.
Este último condimento corre a cargo de las varias novias que le conoceremos al detective y que completan un círculo de amigos que da realismo y profundidad a la parte más adolescente del investigador. Porque si pensabas que resolver crímenes y hacer del mundo un lugar mejor era demasiado, nuestro protagonista también tiene tiempo para romper corazones y trabar las más inesperadas amistades.
Estas dos caras de la vida de Flanagan irán evolucionando a lo largo de las novelas de forma que, sin descuidar la complejidad de cada nuevo caso, nuestro detective también deberá aprender a afrontar el propio paso de la adolescencia, que como bien sabemos cuenta con sus propios problemas e incógnitas.
El lado íntimo de Juan Anguera
Los dos autores materiales del delito de divertir a miles de jóvenes durante once novelas se atrevieron también a escribir una obra anexa titulada El diario rojo de Flanagan. La redacción de esta obra fue un acto cargado de premeditación y alevosía que realizaron en conjunto con Gemma Lienas, la responsable de dar forma a la novela espejo de esta: El diario rojo de Carlota. Si quieres saber más sobre este caso en particular, echa un vistazo al testimonio de la autora, que recogimos en el número 30 de El Templo.
En resumidas cuentas, en el diario rojo encontrarás a Flanangan enfrentándose al rompecabezas más complicado del momento: el sexo. Del mismo modo que hace su amiga Carlota, Flanagan nos narra sus primeras experiencias, sus temores y lo que va aprendiendo de su sexualidad gracias a diversos profesionales y amigos.
¿Por qué leer la serie de Flanagan?
Porque son historias escritas con un estilo directo y que sigue funcionando a pesar de los más de veinticinco años que llevan en el mercado. Porque con los casos de Flanagan descubrirás nuevos aspectos del mundo sobre los que nunca habías pensado y que despertarán tu lado más heroico. Porque, en definitiva, no podrás parar de leer una vez empieces.
Seamos sinceros: si estás leyendo El Templo es porque, como nosotros, eres un cazador insaciable de buenas historias. Con este reportaje te estamos acercando no una, sino doce, que no deberías perderte por nada del mundo. Y eso es elemental, querido lector.