En un mundo ideal, las personas podrían amar a quienes quisieran sin miedo a ser señaladas.
Pero en el mundo real esto no es así. Óscar sufre bullying en el instituto. Los matones de su clase han descubierto que le gustan los chicos y aprovechan cualquier momento para insultarle, vejarle e incluso pegarle.
Harto de esta situación, Óscar decide apuntarse a clases de judo en un centro deportivo de la ciudad. Allí conocerá a Sergio, un atractivo joven que le hará ver que el mundo puede ser un sitio maravilloso.
Con esta premisa comienza la novela debut de Mike Lightwood, booktuber y traductor de literatura juvenil. El protagonista de la novela, Óscar, es un personaje atormentado que evoluciona a buen ritmo durante la historia. Pasa de ser un chaval que se autolesiona a ser capaz de enfrentarse a sus problemas por mucho miedo que estos le den.
La narración de la historia es sencilla y ágil. Lightwood no tiene problemas en narrar hasta el más mínimo detalle las complicadas situaciones por las que pasa Óscar. El ritmo de la novela es bueno; desarrolla en profundidad cada escena, pero es verdad que, hacia el final, los capítulos se hacen más cortos y chocan con el ritmo llevado hasta entonces.
Cabe destacar la edición de la novela. En ella se incluyen entradas de blog, mensajes de Twitter y conversaciones de WhatsApp que hacen que la lectura sea más amena, además de páginas en color negro para diferenciar los flashbacks. Aunque la historia de El fuego en el que ardo es autoconclusiva, pertenece a la serie Fuego y hielo, en la que el autor nos narrará la historia de otros personajes que aparecen en la novela.
Mike Lightwood se estrena como escritor con una novela realista y dura. Una obra atrevida, que refleja sin tapujos a la vez que denuncia la cruda realidad que viven muchas personas en pleno siglo XXI.
No, no le voy a dar un 10, y tengo que confesaros que me he planteado muy seriamente darle un 8, pero ¿cómo iba a hacer esa atrocidad con una novela que me tuvo sin dormir las dos noches que tardé en acabármelo?
Antes de empezar os diré que si tenéis la oportunidad leáis "Dos hombres y un niño" porque no sé por qué, pero la considero el pistoletazo de salida a todas las novelas LGTB que tienen la amabilidad de centrarse en algo más que no sea sexo y escenas de cama (¡Que tiene historia, vaya!). A lo mejor es porque fue la primera que me leí del estilo jejeje (el mejor que he leído hasta ahora).
No os quiero llevar a engaño, esta novela no es la pieza más trascendental, ni más reivindicativa, ni más... Ni más nada. Es una historia sencilla. Pero es que es justo en este aspecto donde radica todo su encanto.
Se me hace difícil imaginar cómo una persona que no sea gay puede llegarse a identificar con el protagonista, pero me sorprendo cada día más al descubrir lo empáticas que pueden llegar a ser ciertas personas, con lo cual que no te frene eso. Decirte también que los personajes son tan sencillos (que no significa que no sean profundos) y cercanos, que es imposible que no te saquen una sonrisa/lágrima en algún momento.
Conforme voy escribiendo me voy acordando de pasajes, algunos bastante duros, pero todo ello no hace otra cosa más que llenar todo tu cuerpo de una tensión que se traduce en una sonrisa de oreja a oreja al terminar la última página. Es una historia con un final redondo pero no forzado (¡Toda una hazaña!). La trama está llevada de una forma que no te deja despegar la atención del libro en todo momento, para nada se hace pesada, ¡no da tiempo! Cuando quieres ver ya lo has devorado.
¿Moraleja? Pues no sé si podríamos sacar alguna la verdad (y seguro que por decir esto algunos querrían verme muerto). No es un libro que te haga reflexionar ni nada parecido (o por lo menos a mí), y eso al autor a lo mejor no le hace mucha gracia. Lo que sí puedo aseguraros es una mueca de "adorable satisfacción" cada vez que recordéis esta pequeña delicia.