«¿Cómo se puede perder un amigo? Los amigos siempre están ahí».

Gilgamesh se torturaba con estos pensamientos. Desde que Enkidu se sumió en el sueño eterno, buscaba una forma de traerlo de vuelta. Hasta el momento no había tenido éxito, pero el poderoso rey de la ciudad dorada no se rinde ante nada, ni siquiera la muerte.

Por eso, emprenderá un intrépido viaje hasta el confín del mundo. Allí espera encontrar al hombre y la mujer inmortales, que le revelarán el secreto para recuperar a su mejor amigo. En el camino afronta grandes peligros, trata con seres muy peculiares y, por encima de todo, se conoce a sí mismo. Gracias a esta nueva sabiduría descubrirá que la clave del misterio no está en descifrar la muerte, sino la vida.

Este episodio forma parte de La epopeya de Gilgamesh, el primer texto escrito de la historia. Con más de cuatro mil años de antigüedad, dicho poema épico narra las aventuras del rey sumerio Gilgamesh, un monarca arrogante que osa desafiar a los dioses. Estos le conceden un regalo envenenado: la amistad de Enkidu, quien le hace compañía durante numerosas batallas hasta que las deidades le arrebatan la vida por su insurrección. Entonces comienza la historia de angustia y superación que recogen Annamaria Gozzi y Andrea Antinori en este álbum.

Gozzi se encarga de trasladar de una manera compacta y lírica la simbología del relato original a un texto para todos los públicos. Por su parte, Antinori da vida a los personajes ancestrales con unas coloridas ilustraciones a rotulador que insuflan de atractivo y cercanía a los protagonistas, invitando a cualquier tipo de lector a vencer el miedo y adentrarse en la historia más antigua de todos los tiempos.

De hecho, en una nota final identifican la escritura como un medio para preservar y compartir el saber entre civilizaciones. Lo que consiguen los autores —y la editorial Siruela con la estupenda edición en nuestro idioma— es continuar este legado milenario, «una historia de la que se sigue hablando y que no deja de sorprendernos». Pues, de acuerdo al mito, ese ansia de conocimiento es la esencia de nuestra naturaleza humana.