¿Que te apetece leer?
Cuéntanos qué quieres leer y el Recomendador te dirá qué libros encajan con tus preferencias.

Harley Quinn: Cristales rotos
Mariko Tamaki, Steve Pugh

Hidra
La Comicteca de El Templo El Templo#77 (agosto 2020)
Por Gabriela Portillo
1.063 lecturas

¿Te piensas que la conoces porque has visto un par de películas cutres y efectistas? Siento decirte que Harley Quinn es muy diferente a la imagen seductora y atolondrada que se ha vendido de ella. Los magnates del cine no dudan en tergiversar los hechos para chupar el dinero de los hogares modestos, pero te aseguro que ella nunca se pondría un minúsculo vestido de animadora para pelear. Ni se colaría por el Joker. Y, aunque no lo parezca, ¡lucha por una buena causa! Aunque, es cierto, los incendios sí que la vuelven loca.

¿Qué cómo lo sé? ¡Porque yo soy ella! Bueno, primero me llamaba Harleen. Iba a casa de mi abuelita con menos de cinco dólares en el bolsillo y me encontré con una nueva familia, las drag queens de Mamá. ¡Así que me quedé en Gotham! También conocí a Ivy, la chica más espectacular del mundo. Con ella he aprendido de activismo. La resistencia pacífica ante las grandes corporaciones opresivas está bien… pero hay algo sobre mí en lo que no te han mentido: ¡tengo un bate y no dudaré en usarlo!

Con una voz tan inolvidable como la de Harley Quinn, hubiese sido un error que narrase cualquier otro. La emblemática arlequín maneja los hilos de su propia historia, con el estilo dulce y caótico que la caracteriza. Sí, a veces te sentirás una marioneta olvidada en un rincón: ¿qué acaba de pasar? ¿Me puedes dar un poco de contexto de por qué vives con el regente de un cabaret al que llaman Mamá? ¡¿Dónde está tu verdadera madre?!

Quien busque lógica no la encontrará en Cristales rotos. Esta versión de Harley Quinn se parece más a una Caperucita Roja con sobredosis (de azúcar) que al canon de DC. A la estela de la dinámica Elseworlds, Mariko Tamaki —un nombre ya recurrente en esta sección— actualiza los orígenes del personaje, sus compañeros y sus batallas, para que coincidan con los de la sociedad actual. Steve Pugh remata la faena dándoles un lavado de cara gracias a un arte vibrante.

¿Le ha sentado bien el paso del tiempo a la pequeña Harleen Quinzel? ¡A quién le importa! Ella pasa del tiempo, de ti y de tus opiniones sobre cómo «debería ser».