Zane Obispo vive en Nuevo México, tiene trece años, una pierna más corta que la otra, un perro con tres patas que es mitad bóxer mitad dálmata y vive al lado de un enorme volcán.

Por si fuera poco, resulta que Zane Obispo es un mestizo, o lo que es lo mismo, es fruto del amor entre un dios y una humana. Pero eso él no lo sabe. Tampoco sabe que, además, de mestizo, es el protagonista de una antigua profecía, ni que el volcán encierra a un poderoso dios o que la nueva chica que ha conocido en el colegio, que es un tanto peculiar, en realidad es una especie de ser sobrenatural.

Todo resulta, cuanto menos, extraño. Pero si tenemos en cuenta que estamos hablando del nuevo libro del sello editorial de Rick Riordan, autor de la saga Percy Jackson, la cosa empieza a tomar forma. Y es que El hijo del trueno toma prestado alguno de los elementos de las novelas de Riordan para adaptarlas a una mitología diferente: la maya.

La historia la narra el propio Zane en primera persona, como si fuera una carta a los propios dioses contando todo lo ocurrido en este primer libro. Y la verdad es que tiene muchas cosas que contar, pues estamos ante un relato plagado de escenas de acción, aventuras y sobre todo, elementos mitológicos. El mayor problema que te puedes encontrar es la falta de información previa sobre el mundo maya. Cuando se habla de la mitología griega o la egipcia, la mayoría de los lectores tenemos una base, pero no pasa lo mismo con la mitología maya, lo que hace que al principio cueste entrar en el mundo creado por J. C. Cervantes. Una ambientación, por cierto, que mezcla perfectamente elementos clásicos con modernos y que, si bien es cierto que puede beber de lo que ya hemos visto en otras novelas middlegrade, resulta espectacular.

Sin duda, un libro perfecto para el verano que hará las delicias de los más fans de la mitología.