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Los hijos de Scarlatti (Infinity Drake I)
John McNally

Salamandra
Zona <20 El Templo#48 (octubre 2015)
Por Ricardo Cuesta
3.818 lecturas

Acabar reducido a un diminuto ser humano de nueve milímetros de altura no estaba entre los planes que Finn tenía cuando supo que iba a pasar unos días con su tío Allengby. Sin embargo, ese será el menor de sus problemas. Si lo hubiera sabido, puede que se hubiera quedado en casa con su querida abuela... O quizá no.

De camino a los Pirineos, su tío, experto en química atómica, recibe una llamada de urgencia: lo necesitan inmediatamente, pues solo él tiene la solución para acabar con una amenaza a nivel mundial. Alguien ha puesto en libertad al Scarlatti, un insecto mutante parecido a una avispa que es capaz acabar con miles de vidas con solo una pequeña dosis de su veneno. Si consiguiera reproducirse podría suponer la extinción de la raza humana.

Con un acelerador de partículas creado por el tío Al, encogerán una unidad militar que deberá encontrar y aniquilar al Scarlatti cuanto antes. Pero no todo va a salir como estaba planeado: alguien ha saboteado la operación y, además, Finn ha sido reducido por accidente.

Así comienza Los hijos de Scarlatti, un middle-grade que destaca por estar repleto de acción y aventuras. Ya en las primeras páginas se puede ver cómo detrás de la historia hay un gran trabajo de investigación: desde el más mínimo detalle se trata de explicar de forma científica, procurando que, en un libro en el que la ciencia tiene una gran importancia, no queden cabos sueltos. Sin embargo, es cierto que en ocasiones puede parecer que se exceda con los tecnicismos científicos y dificulte la lectura. Llama la atención el ingenioso uso que hace el autor de las notas a pie de página, que, además de aclarar la información, dan la sensación de estar leyendo el informe de una misión sacado de una película del mismísimo James Bond.

Es una historia amena y sobre todo entretenida. El autor tiene un estilo ágil, sin muchas florituras y con unas descripciones que reflejan lo difíciles que pueden resultar situaciones de la vida cotidiana cuando no llegas ni al centímetro de altura.

Los altos no saben lo que se pierden: no hay nada como ver el mundo a ras de suelo, y si no, que se lo digan a Infinity Drake.