«Un tramo de escalera con dos rellanos, en una casa modesta de vecindad. En el segundo rellano hay cuatro puertas: dos laterales y dos centrales. Las distinguiremos, de derecha a izquierda, con los números I, II, III y IV».
Elvira, acostumbrada a conseguir todo lo que quiere, se ha fijado en Fernando, guapo y con grandes aspiraciones, pero poca disposición al trabajo. A él le gusta Carmina, inocente y honrada, y ella le corresponde, para tristeza de Urbano, amigo de Fernando y trabajador firme y sincero, que siempre la ha querido.
Fernando y Carmina tienen muchos planes, pero el tiempo es implacable y la vida diaria no deja espacio para fantasías. Entre el primer y el segundo acto transcurren diez años; entre el segundo y el tercero, veinte. La generación de sus padres ha ido falleciendo, al bloque ha llegado gente nueva y las promesas de juventud se han quedado en nada. Pero da igual cuánto avisen a sus hijos: ellos están convencidos de que jamás cometerán los mismos errores que sus padres. Y la historia vuelve a empezar...
Historia de una escalera es una obra teatral canónica e icónica de la literatura española. Cuatro familias y tres generaciones protagonizan una historia de amores cruzados y realidades amargas en un edificio de pisos que podría suceder en cualquier parte, en cualquier época. Los personajes y los temas se han representado en la página y en la pantalla en numerosas ocasiones, y esa es una de las razones de su éxito. La narración de la cotidianeidad como excusa para contar también la historia de un país, el homenaje a las generaciones de madres y abuelas que han mantenido a todo el mundo en pie, el amor joven e inocente y las ilusiones rotas hacen que esta obra, que cumplirá 75 años en diciembre, no haya perdido su relevancia. Quizá, como los hijos de nuestros protagonistas, nos neguemos a perder la esperanza.