Cuando Michiel llega a casa minutos antes del toque de queda, se encuentra con diez personas en su salón: parientes lejanos y amigos de la familia que van a pasar allí la noche. Michiel no los conoce ni ha oído hablar nunca de ellos, pero la escena se repite cada día con un grupo distinto de gente. En el invierno de 1944-1945, en Holanda apenas queda comida en las grandes ciudades; sus habitantes se ven obligados a huir al campo, pero no puede haber nadie en los caminos tras el toque de queda, por lo que conocer a gente que te pueda dar cobijo es cuestión de vida o muerte.
Todo el mundo sabe que el Führer está acabado, y aun así Alemania no termina de perder y la guerra se alarga y se alarga. A sus dieciséis años, Michiel se ha mantenido al margen, pero cuando Dirk, un chico del pueblo algo mayor que él, le pide ayuda, no puede decir que no. En principio solo tiene que entregar una carta, pero los alemanes arrestan a Dirk y Michiel acaba descubriendo su secreto: está escondiendo a un piloto inglés herido. Así es como Michiel empieza a colaborar con la resistencia. Un peligroso juego en el que es imposible saber en quién confiar.
Invierno en tiempo de guerra tiene la virtud de ser una novela realista y cercana, con una historia que nos podría pasar a cualquiera (a cualquiera que viviese una guerra tan de cerca, claro), y que a la vez es emocionante porque el protagonista se juega la vida. A primera vista puede parecer sencilla, pero está muy bien equilibrada y en cada capítulo ocurre algo relevante.
Jan Terlouw escribió este libro en 1973, y posteriormente lo ha revisado en 2003 y 2016. La editorial SM lo publicó en España en 1986 y ahora HarperCollins Ibérica lo ha rescatado del olvido. Es sorprendente lo bien que ha resistido el paso del tiempo y seguro que más de uno lo lee pensando que es una novedad. El punto de vista del autor resulta muy interesante y se aleja de las historias de espías y campos de concentración que suelen protagonizar la Segunda Guerra Mundial. Nos recuerda, como le dice a Michiel su padre, que la guerra no es épica ni gloriosa.
«No permitas nunca que te engañen con la idea romántica de la guerra, el heroísmo, el sacrificio, la emoción y la aventura. La guerra trae consigo mutilaciones, dolor, tortura, prisión, hambre, privaciones e injusticias».