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João
Paloma González Rubio

Edelvives
El reportero recomienda El Templo#85 (diciembre 2021)
Por Daniel Renedo
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«Se llamaba João, pero yo le llamaba Chinchorro, y con Chinchorro se quedó para siempre en mi memoria y en la de todos cuantos le conocimos: João, el Chinchorro».

A Miguel, sin embargo, le dicen Chinche. Y, a diferencia de una embarcación auxiliar, como lo es un chinchorro, una chinche no puede salvarle la vida a nadie. De no ser por João y su madre, Belém, Miguel y su respectiva madre podrían haber muerto ahogados en altamar. Ahora, les deben a João y Belém aceptar su petición: mentir acerca de lo ocurrido para que Belém no tenga que verse las caras con la policía, puesto que ya han intentado limitar su forma de vida en ocasiones anteriores.

João desembarca en Carena «sediento de amistad», pero, en tierra, él y su madre representan la desobediencia a las normas. Dos lenguajes y dos realidades: la del mar y la de la tierra. Y dos madres que, solas, tratan de sacar adelante a sus hijos.

En 2019, Paloma González Rubio se alzaba con el Premio XIX de Literatura Juvenil Alandar gracias a João, que se convertía en su segunda novela juvenil publicada. Ahora, en 2021, su tercera (Ventanas) ha resultado finalista del Premio Anaya.

El narrador de João es Miguel, un hombre en los albores de la veintena que rememora sus trece, edad durante la cual conoció al protagonista de la historia. Esta decisión permite a la autora sacar el máximo provecho a su prosa: no necesita ajustarse a una voz adolescente en primera persona.

El «controvertido» final y la subtrama romántica son la mayor pega que le ponemos a la novela. Pero ello no impide disfrutar de todo lo bueno que João tiene que ofrecer, como los diversos temas —el intento por hacer del otro uno más, atendiendo al qué dirán antes que al propio individuo; la comparativa de las distintas formas de vida, que incluye el extrañamiento de las partes de una y otra…— e interrogantes, relativos a la libertad, la felicidad y a los valores personales, que la autora lanza al lector. Sin olvidar, por supuesto, su hábil manejo de la prosa, aunque también del ritmo y de la caracterización.

Decidas ir, pasajero, de João a Ventanas o viceversa, el viaje merecerá igualmente la pena, puesto que Paloma González Rubio escribe a son de mar y, siempre que desembarques de una de sus novelas, experimentarás el mal de tierra.