¡Cuidado! Aviso de spoilers de El rey marcado y de los libros cronológicamente anteriores del Grishaverso.
El elaborado plan de la reina Makhi de asesinar al rey Nikolai y a su propia hermana, la princesa Ehri, y de culpar de ello a Fjerda ha fallado estrepitosamente.
Nina, soldado del Segundo Ejército, espía ravkana y Grisha, sigue en Fjerda dentro de la Corte de Hielo, y sabe que su pueblo la necesita más que nunca. Debe conseguir, de una vez por todas, que Brum y sus hombres pierdan el apoyo de los «fjerdanos», el cual han logrado conservar hasta ahora únicamente gracias al miedo y al odio.
Nikolai mantiene preso al Oscuro, quien resucitó recientemente en el cuerpo de un monje, y la marea de sombras referida como el azote (una plaga que anega todo aquello por donde pasa) no ceja de extenderse. Se avecina la guerra, una guerra distinta, y todos los enemigos del rey de Ravka están de vuelta.
La bilogía de El rey marcado llega a su fin con esta épica segunda entrega, en la que somos espectadores de cómo debería obrar un buen soberano: alguien a quien «aunque le falte el apellido, le sobran victorias», como también le sobra el amor por su patria y su pueblo. Sin embargo, en Fjerda no ocurre lo mismo: sus gobernantes se ocupan de llenar a sus hombres de ira y vergüenza para tenerlos maniatados. Aprovechando esa dicotomía, Bardugo explora, entre muchos otros temas, qué es transformarse en un monstruo (en vez de serlo) y el abismo existente entre la enfermedad física y la «enfermedad del alma».
Ley de lobos, que de nuevo cuenta con una estupenda traducción de Carlos Loscertales, es una de las novelas de la autora con mayor peso bélico. En dicho contexto y a raíz de los prejuicios y las injusticias que afloran durante los tiempos duros, Bardugo continúa añadiendo nuevos niveles y capas a las relaciones entre las naciones de su mundo.
Pero, ante todo, cabe mencionar la extraordinaria ejecución de una trama tan compleja. En ella, no solo la tensión se mantiene en todo momento, sino que cada giro funciona y resulta verosímil. Sin olvidar, por supuesto, la portentosa prosa de la autora, con la que vuelve a hacernos partícipes de varias relaciones que gozan del amor más puro imaginable.
¿Logrará reinar al fin la paz en Ravka? Y, obligada a sobrevivir en un mundo que no deja de arrebatárselo todo, ¿conseguirá Nina hallar la suya propia?