Ceix era hijo de la Estrella de la Mañana. Alcíone era hija del Viento. Vivían juntos en una ciudad cerca del mar y eran felices, hasta que se apoderó de Ceix la fiebre del viaje: quería ir al oráculo y conocer su porvenir. Alcíone conocía muy bien los peligros del mar, pues en muchas ocasiones había visto a su padre enfurecer las aguas. Suplicó a Ceix que no se embarcase, pero fue en vano. Como temía, el barco naufragó... pero ese no fue el final de su historia.
Irene Vallejo toma la fábula de Ceix y Alcíone, del libro undécimo de las Metamofosis de Ovidio, y la acerca al público actual. Cabe preguntarse cómo ha evolucionado el gusto del público en dos milenios. Los grandes temas —la muerte, el amor, la distancia— son los mismos, pero los hábitos lectores han cambiado drásticamente. Si alguien lo sabe bien es Irene Vallejo. En La leyenda de las mareas mansas, ayuda al lector actual a conocer a los personajes y a comprender en todo momento lo que está ocurriendo. En algunas ocasiones, se detiene para dar a la historia el espacio que requiere; en otras, simplifica. El resultado es un libro apto para casi todas las edades.
A pesar de los cambios, el texto mantiene el espíritu de la obra original y también su historia sorprendente. Los acontecimientos no se desarrollan como lo harían en una obra escrita hoy día; otra de las razones por las que los clásicos resultan tan enriquecedores.
La leyenda de las mareas mansas no tiene nada que ver con El infinito en un junco; ni en cuanto al contenido ni, mucho menos, en cuanto a la longitud, pues es un libro brevísimo. Pero a Irene Vallejo siempre le podremos agradecer que siga ampliando nuestra cultura.
Si crees que una expedición a las Metamorfosis de Ovidio puede terminar en naufragio, La leyenda de las mareas mansas te parecerá un agradable baño en la orilla.